18 de diciembre de 2013

Pagamos más por cosas cuyo precio no ha variado

A menudo intento entender la lógica detrás de ciertas medidas del Gobierno pero muchas veces se me escapa el por qué de las cosas. Es cierto que no soy ningún experto en economía ni política, pero a pesar de ello no dejo de encontrar lagunas en el razonamiento de quienes gobiernan este país. Para ordenar mis ideas o encontrar algunas nuevas, a veces recurro a las noticias pero muy pocas veces encuentro algo útil. Los debates televisivos son un auténtico corral en el que tiene razón el que grita más o quien acalla a los demás con sus frases cortantes.

Sin embargo, toda persona razonable sabe que estos comportamientos describen – muchas veces – a gente ignorante y cerrada de mente que no desea ni escuchar opiniones que no coincidan rigurosamente con las suyas. ¿Este es el espíritu de debate del que se jactan los medios?

Ayer estaba viendo las noticias cuando mencionaron la subida de la tarifa de la electricidad que se avecina en enero de 2014. Mencionaron que una parte de lo que pagamos se destina a las energías renovables – tan olvidadas en nuestro país. En aquel momento, me surgió una doble duda. La primera, por qué pagamos todos por las renovables si todas las personas de España reciben electricidad directamente de este tipo de energías. Y la segunda, en qué beneficia al país – o sea, al ciudadano medio – pagar más por la luz en sus hogares.

Como cifra orientativa, se nos recordaba en las noticias que en aproximadamente el último lustro, que es lo que llevamos en crisis, se ha incrementado el recibo de la luz en un 70 %. Es decir, pagamos casi el doble en tan solo unos años por cada kilowatio-hora (kWh). Pero que yo sepa, las leyes de la física indican que cada unidad de energía (medida en kWh) sigue produciendo lo mismo que hace unos años. Por lo tanto, debo asumir que ahora cuesta más generar la electricidad que nos llega a casa. Pero, ¿cada año cuesta más crear esta energía para todo el país?

Lo dudo mucho. Las centrales eléctricas no se han vuelto ineficientes de pronto, ni lo van a hacer. Entonces, presumo que el Gobierno quiere obtener más dividendos de nuestro bolsillo y usa la tarifa de la luz para este propósito. Y ahora me cuestiono, ¿y qué están haciendo con nuestro dinero que cueste cada vez más? Y aquí es cuando ya no tengo ninguna respuesta que satisfaga mi curiosidad pero intuyo lo que puede estar pasando.

España entró en crisis hace unos años y entonces el empleo empezó a ser una especie en extinción en nuestro país. Por ello, no se genera tanto capital como antes ni se mueve la misma cantidad de dinero; esto es lo que algunos llaman caída del consumo. Sin embargo, el Gobierno tienen sus gastos – como los coches oficiales y demás privilegios de los mandatarios – y se enfrenta a dos alternativas diametralmente opuestas e incompatibles: o recorta en sus privilegios o sube los impuestos para mantenerlos.

Como las tarifas de la luz no dejan de subir, así como otros servicios necesarios como el transporte, debo suponer que los políticos optan por perjudicar a los ciudadanos para vivir como príncipes. Y mientras, el agujero en las arcas del Estado no se llena ni se soluciona el problema de la crisis: el paro. Además, la calidad del empleo ha conocido un mínimo histórico con los denominados contratos basura.


Y me pregunto yo, ¿no sería mejor invertir en renovables como la energía solar y bajar las tarifas de la luz en el plazo de unos meses hasta que la inversión se amortice por si sola pues se trata de energía gratuita salvo gastos de mantenimiento y distribución? Así habría más dinero disponible para invertir en empleo y se dejaría de desangrar al ciudadano con gastos que no dejan de subir. Tal vez los políticos no hayan considerado esta idea, o tal vez no busquen el bienestar de España.

César P.

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