13 de marzo de 2013

La Crisis y las desigualdades.



Hace un par de días acudí a la comisaría de mi distrito por cierta situación de índole personal y mientras esperaba en la sala dispuesta a tales efectos me topé con El Distrito, el periódico de publicación gratuita del barrio.

Para hacer más llevadera mi estancia en la sala de espera me dispuse a leer el diario y en la primera página me encontré con un artículo titulado Desigualdades sociales, escrito por Juan Julián Elola.

En dicho artículo de media página de extensión y tres someras columnas se expone una realidad preocupante que afecta a miles de ciudadanos en España a día de hoy. En España estamos viviendo en los últimos meses un acelerado aumento de la desigualdad, bajando la capacidad económica de la clase media en favor de la más adinerada – así empieza el artículo de J. J. Elola.

Estas palabras me llamaron mucho la atención de entrada y a continuación se citan factores responsables de dicho aumento de la desigualdad y de la carencia que sufre dicha clase media. Entre estos factores destacan el aumento del paro y los recortes en política social.

Esto es, a medida que hay más personas sin trabajo la clase media pierde capacidad adquisitiva y debe ajustarse el cinturón tanto como pueda. Pero, además, los recortes en ayudas y subvenciones que antes existían y ahora no o, de existir, están limitadas provoca una situación de indefensión ante la tempestad que es la situación actual, que aún no amaina.

Unas líneas más abajo Elola afirma que son las decisiones políticas las que nos han llevado a una situación tan grave como la que se vive ahora mismo. Personalmente, no me sorprende en absoluto tal afirmación, pues entre los casos de corrupción que vemos en España, en otros países y las más que controvertidas decisiones que toman algunos políticos tenemos motivos de sobra para sospechar de la capacidad de toma de decisiones de la clase política actual.

A continuación se menciona el mecanismo actual de afrontar la situación que vivimos: ajustar el cinturón de la clase media y disminuir la carga fiscal de empresas y entidades. No hay que elucubrar mucho para ver que esto contribuye a que sea la mayor parte de la población quien paga los platos rotos de la crisis.

“Asistimos al espectáculo deprimente de grandes empresas, públicas y privadas (o públicas recientemente privatizadas) que despiden a miles de trabajadores, aprovechan la reciente reforma del PP, que disminuye notablemente la indemnización.”

Las carencias a día de hoy se presentan incluso en necesidades básicas. En España ha aumentado considerablemente la entrega de alimentos y otros artículos de primera necesidad por parte de beneficencias o de los servicios de apoyo como los que ofrece Cáritas. Dichos servicios son necesarios para paliar parcialmente las carencias de muchas familias afectadas por la crisis.

En esta línea hay que elogiar iniciativas como la de la comunidad china de Madrid. Este año – por la crisis – no se ha celebrado el Año Nuevo chino pero el dinero destinado a tal efecto ha sido usado en donar víveres de primera necesidad para ser repartidos por Cáritas y otras entidades. Un gran gesto de cordialidad con todos los ciudadanos que sufren carencias y que esperemos no sea el único.

Más adelante en el artículo Elola menciona que los países con menor desigualdad son aquellos cuyo nivel de impuestos es más alto. Entre estos países cita a Suecia o Noruega, siendo la situación similar en otros países nórdicos. Este hecho nos da que pensar pues podríamos creer que la solución a la situación actual debería llevar a bajar, más bien, los impuestos.

Pero si dichos impuestos se destinasen en la medida suficiente a ayudas o a combatir las carencias de las personas más afectadas la cosa cambiaría. Imaginemos que pagamos más impuestos pero que, a cambio, recibimos ayudas suficientes como para vivir dentro de una situación sin carencias básicas. Mejor, ¿verdad?

No se trata de vivir con poder adquisitivo pleno sino de solucionar, en primer lugar, los problemas actuales que saltan a la vista en la sociedad. El primer paso sería recortar las diferencias entre aquellos de clase media y los adinerados. Pues todas las personas tienen derecho a vivir de forma adecuada y de tener oportunidad de optar a las mismas posibilidades.

En la última frase del artículo de Elola éste afirma que las decisiones tomadas concernientes a protección social y laboral más bien deberían haber sido las contrarias. En efecto, parece preocupante la perspectiva de que cuando se salga de la crisis los ricos serán más ricos y todos los demás más pobres y tendrán menos oportunidades.

A fin de cuentas, no solo se trata de salir de la crisis – que salir se saldrá, eventualmente. También, y sobre todo, se trata de salir con buen pie y con todos los engranajes de la maquinaria social en perfectas condiciones para remontar después de los perjuicios sufridos.

César P.

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