20 de febrero de 2014

Ser ciudadano de tercera en un país de “primera”


He tenido la oportunidad de hablar con un amigo de un amigo hace unos días y él – agobiado ante una situación que le supera – me contó algunos detalles de su situación actual. Todos estamos en una situación difícil debido a la crisis pero a menudo nos olvidamos de que algunos colectivos de nuestra sociedad son quienes lo pasan aún peor. Me refiero a las enormes dificultades que los inmigrantes tienen que afrontar actualmente para salir adelanta en España.

Cuáles son las opciones

A día de hoy, un inmigrante tiene tres opciones ante sí: volver a su país, emigrar otra vez o quedarse en España para sufrir la crisis. Por desgracia, la realidad no es tan simple para la mayoría de estas personas, pues no todos pueden elegir cómodamente la opción que más les agrade. Algunos se encuentran tan limitados en opciones que no tienen más que dar por terminada su estancia en este país aprovechando alguno de los programas de ayuda para el inmigrante que retorna a su país de origen.

Tal es la situación de muchos de los aventureros que dejaron atrás su país de origen para vivir el sueño español. Además, las ayudas se acaban para este colectivo, ya que antaño un recién llegado a este país disponía un margen considerable para maniobrar mientras se asentaba. Hoy en día, ya no hay muchas opciones en la práctica.

Volver al país de origen

Esta es la opción que corta por lo sano con la situación de necesidad que muchas personas viven actualmente. Sin embargo, quienes tienen cargas familiares (hijos, marido, mujer, etc) no lo tienen tan fácil en este sentido. No es lo mismo ser un soltero que retorna a su país que un casado con hijos que estudian en España. Además, volver al país de origen no es, a menudo, una solución sino una elección. Algunas personas deben elegir entre malvivir aquí aislados de sus parientes o vivir medianamente bien con sus familiares en sus respectivos países. La elección – vista así – no parece muy difícil.

Ser otra vez emigrante

Al conversar con el amigo de mi amigo pude darme cuenta de una realidad distinta algunos inmigrantes. No todos los que vienen a España son trabajadores sin formación que aspiran al primer puesto de trabajo que le caiga del cielo, algunos tienen metas más ambiciosas pero – casi – igualmente inalcanzables.

En el caso de quienes no tengan la nacionalidad española, es decir, sigan siendo ciudadanos extranjeros con permiso de residencia, la situación es muy limitada. Este colectivo no puede optar por emigrar a otro país de la UE con mucha facilidad, pues hay barreras burocráticas que no les permiten optar por un puesto de trabajo.

Además, el estado español no les ayuda en forma alguna, aunque lleven años residiendo en España. No tienen opción de conseguir un permiso de trabajo para otro país (permiso de residencia UE) si no cuentan con un contrato indefinido, lo cual – de paso – parece una condición que contradice el deseo de emigrar para buscar un trabajo.

Es decir, los extranjeros que quieran emigrar dentro de la UE no tienen más opción que solicitar un visado, trámite que puede ser largo y exigir no pocos requisitos. Solo en el extraño caso de tener un contrato indefinido podrían optar por solicitar un permiso de residencia UE y, mediante él, optar por un trabajo en otro país miembro. Los demás, en resumen, se joden.
Quedarse en España y aguantar el temporal

Los que se quedan en España corren el mismo destino que cualquier español: el paro. Las cifras y situaciones varían en función de la profesión, sector, etc pero la situación es análoga para extranjeros y españoles en cuanto a la dificultad de encontrar un trabajo decente. O tan siquiera encontrar un trabajo estable, o que dure, en fin, algo.

En este sentido, los extranjeros son los más vulnerables pues – a menudo – no cuentan con ayuda de familiares para sobrellevar los vaivenes de la situación económica actual. Lo que sucede con muchas de estas personas es que se ven obligadas a buscarse la vida como buenamente pueden como todos los demás.

Esta situación, la de los trabajadores en general independientemente de su nacionalidad, está fomentando la economía sumergida ya que muy pocas personas pueden tener ganancias y seguir comiendo si pagan impuestos religiosamente. La economía sumergida es un problema serio en España, pues mueve enormes sumas de dinero que no repercute en impuestos para el Estado. Y, por algún motivo, los políticos siguen más interesados en fomentar despidos que en paliar de alguna forma comportamientos nocivos para la sociedad en su conjunto.

Obviamente, cualquier persona verá como prioridad comer y llegar a fin de mes frente a tributar Hacienda, con las consecuencias que ello tiene para el país en su conjunto. Esta realidad es la de miles de extranjeros, quienes vinieron a España buscando un futuro mejor y ahora se ven atrapados en un pozo del que no pueden salir. También al realidad de los españoles, quienes no están en su mejor momento. Algunos de estos últimos pueden aprovechar la ventaja de ser europeos y emigrar pero ambos colectivos son actualmente ciudadanos de tercera en un país que aún se proclama como parte del primer mundo, aunque cada vez deje más que desear en ese sentido.

César P.

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