11 de marzo de 2016

La maravillosa atención de La Paz – parte final

Volvimos a entrar a la sala. Le entregaron el informe final, no había pérdidas de líquido amniótico. Bueno, al menos algo de lo que no preocuparse aunque el líquido estaba bajo. Algo es algo, en ese momento me aferraba a lo que sea.

Cuando salimos, un conocido apareció: el risitas. Estaba de pie en frente de la puerta de urgencias. Nos saludó. Le comentamos que tenía el líquido bajo, el tío hizo la mueca de “meh” y siguió a lo suyo. No sé si me lo pareció o si dio a entender que eso no era para tanto.

En realidad, las probabilidades de que haya un desenlace fatal son bajas y después de una revisión se valora si la gestante debe estar ingresada, nos habían dejado ir con un aviso. Hacía un frío de muerte y el viento cortaba. Caminamos hacia el coche como si nos hubiesen dado una paliza a los dos. El reloj marcaba casi las 2 am. Llegamos a ese hospital a las 7:30 pm. Vaya urgencias.

Quedaba mucha gente por atender cuando nos fuimos, creo que se puede decir que tuvimos suerte y que nos atendieron “rápido” según los baremos de ese sitio. Poco antes de salir de la sala, una embarazada llegó con la bolsa rota, salía líquido y estaba empapada. La tuvieron no menos de 10 minutos sentada esperando antes de hacerle pasar a atención. Y pasó porque hicimos bulla algunos para que se diesen por aludidos. 

Una vergüenza.

Resulta impresentable que atiendan de esta forma a la gente. A los contribuyentes autónomos nos sablean bien los de Seguridad Social. No hay derecho a una atención tan jodidamente mala. Los recortes en sanidad son un puto asco y tanta corruptela no deja dinero para que haya un servicio de calidad. Por si esto no fuese ya suficiente, el sistema de funcionarios lo empeora todo. Si dejas que a los profesionales les dé exactamente igual atenderte bien que mal, pues hacen lo que quieren. Habría que atarlos en corto a todos porque trabajan para los ciudadanos.

Más que juramento hipocrático tiene pinta de hipócrita. Después de salir de allí, fuimos lentamente hacia una farmacia cercana. Recuerdo que discutimos por a cuál ir. Qué diablos, estaba encabronado por tanta mierda. No sabía si mi hijo estaría bien y también había que luchar con una infección de orina recurrente, son muy oportunas las bacterias y sus invasiones, ¿sabéis? Aquella noche fue como una taladradora en nuestros cerebros y los días siguientes también.

Por suerte, en el Severo Ochoa supimos que no era preocupante el nivel de líquido al día siguiente y tuvimos un respiro. Pero hubo otra visita a La Paz dos días después de este incidente en urgencias y también es digna de contar. A finales de este mes, iremos de nuevo a ese hospital tan eficiente. Estoy esperando con ansias esta tercera visita, lo tengo marcado con círculos rojos concéntricos en mi calendario. ¡No puedo esperar!


César P.

No hay comentarios :

Publicar un comentario