Me interesa hablar hoy de inmigración.
Diremos que la inmigración es el movimiento de personas que dejan un sitio para
radicarse en otro definitiva o temporalmente. Uno de los muchos ángulos desde donde quisiera
entrar en el tema es en la inmigración como fenómeno propio de este siglo XXI.
Y aquí me detengo para hacer una primera aclaración.
La inmigración no es un fenómeno exclusivo
del siglo XXI, por supuesto que no. Desde que el hombre comenzó a ser humano
sus desplazamientos de un lugar a otro en busca de alimento y/o mejores
condiciones climáticas fueron inmediatos. Volviendo al futuro desde aquellos
tiempos hasta ahora -y entrando inevitablemente en el campo de las conjeturas-,
veríamos las primeras civilizaciones a orillas del río Nilo (Persas, Fenicios,
Hebreos), el lento avance de aquellos hombres avanzando por el estrecho de
Bering desde Siberia hacia el norte de América o, como se propone desde hace
algunos años, cruzando el atlántico en barcas, hasta los movimientos
migratorios del campo a la ciudad durante la Revolución Industrial. Este bruto
y apurado esbozo de migraciones trascedentes permite situar la migración en su
lugar: está claro que existe desde hace miles de años y que lo que tiene en
nuestros tiempos es una dinámica propia.
Venimos intentando, desde artículos
anteriores, posibles lecturas de cómo esta crisis que parece llegada como
castigo divino tiene varias razones para estar ocupando tapas y páginas de
diarios, libros y revistas. La crisis fue generada por decisiones delirantes de
las fábricas de dinero, los bancos por un lado y los estados por otro. Como si
viviéramos en un mundo que tiene el territorio repartido entre países y
corporaciones.
Ajustar por el lado de la inmigración
parece ser la solución ahora que ya no resulta asumir responsabilidades. El
ajuste, esta palabra que tanto resuena en nuestros días, tiene una vertiente
encargada en la inmigración, sino escuchemos a David Cameron: “No se puede
controlar la inmigración si hay un sistema de seguridad social que no tiene en
cuenta la contribución, un sistema de salud que no considera a quienes lo están
usando y una política de vivienda que no piensa el tiempo que alguien vivió en
un lugar”. Escuchemos también a Sarkozy en su campaña presidencial el último
año: “Si la Unión no toma medidas para responder a la gravedad creciente del
problema, Francia suspenderá su participación en los acuerdos de Schengen, que
rigen la libre circulación en Europa”.
En 2014 terminan las restricciones que
tienen los búlgaros y rumanos, que entraron a la Unión Europea en 2007, para
trabajar en el Reino Unido.
Además, todos los ciudadanos de los países
del bloque continental podrán cobrar el subsidio por desempleo solamente por
seis meses, excepto que "puedan probar que genuinamente están buscando
empleo y que realmente tienen una posibilidad de lograrlo".
Tolxoko.
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