6 de junio de 2013

Los Gin-Tonic del Congreso.

Esta semana saltó a la palestra que la nueva empresa encargada del catering del congreso fue seleccionada entre otras cosas por sus precios en las bebidas alcohólicas ofrecidas.


No está mal que en según qué lugares existan precios subvencionados, como puede ser el caso de las cafeterías de las facultades, donde el café es algo más barato que en el exterior. No sé en el resto, pero por lo menos en las universidades donde yo he estado la bebida con más graduación servida eran la cerveza y el vino.

El escándalo en sí va mucho más allá del hecho de que el precio de las bebidas sea irrisorio, aunque siendo sinceros 3,50€ por un Gin-tonic o 1,50 por un chupito de Tequila es indignante.  Creo que sin duda lo peor de esta noticia es que este tipo de tratamiento especial hace que nuestros políticos estén totalmente alejados del panorama que vive el resto de la población, que estén en su burbuja política, en la que surgen “brotes verdes” de la nada o en la que hay que subir impuestos como solución para todo. Total, ellos van a seguir sin tocar sus salarios desorbitados, mientras que para comer tienen menús subvencionados y ahora además las bebidas.

Así se demuestra lo serio que se toman todo nuestros políticos, cuando en el Congreso esta permitida la venta de este tipo de graduaciones alcohólicas, siendo este un lugar de trabajo donde se toman decisiones importantes que nos afectan a todos. Hasta el día de hoy, todavía no había visto ni oído de lugares de trabajo donde estuviera permitido consumir bebidas alcohólicas de alta graduación y mucho menos que las subvencionaran…

Quizá, como ya he visto comentado en otros lugares, el hecho de que se sirvan estas bebidas explica la toma de según qué decisiones. Pero bromas aparte, la cuestión es seria.

Reciben tratamiento especial aquellos con un salario muy superior a la media, que no necesitan ningún tipo de ayuda ni privilegio a mayores, consiguiendo que nuestros políticos vivan “en los mundos de yuppy”, de donde no quieren salir y donde, lo peor de todo, están totalmente separados del sentir general, desconectados emocionalmente de lo que el resto de la ciudadanía está viviendo en esta situación económica. Quizá ahora podemos entender mejor la respuesta del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero cuando se le preguntó por el precio de un café.

Nuestra clase política necesitaría una dosis de realidad, teniendo que pagar los precios que se ven a diario por la calle y que dejen las subvenciones para aquellos que realmente lo necesitan.

Menos Gin-Tonic y más movilizarse por conseguir sacar adelante reformas que realmente consigan sacar al país del pozo.


-Wormy-

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