8 de noviembre de 2013

Crónicas de un alumno Erasmus: viviendo en la precariedad

Debido al limitado aporte económico del Estado durante la beca Erasmus, me vi obligado a subsistir sin exceso de gastos. Tuve que mantener una política férrea y firme de no gastar. Una de las cosas en las que no gastaba dinero apenas era en llamadas o mensajes, pues me comunicaba – siempre que podía – mediante Skype, MSN (aún existía), etc. También tuve que gastar poco en alimentación, con las consecuencias que esto suponía.

Básicamente, la dieta de un Erasmus promedio se basa en cuanto pueda encontrar en el supermercado que sea barato. Esto implica pasta en gran cantidad, arroz, cus cus, etc. Sin embargo, a pesar de mi limitado presupuesto yo no estaba de acuerdo con descuidar mi nutrición. Organicé mi dieta de forma tal que no me faltase nada esencial, como leche o proteínas. Para ello solo tuve que prestar más atención de lo usual a las ofertas de mi supermercado favorito.

Resulta interesante saber que la cuantía de la beca Erasmus varía, como todo en este país, según la Comunidad Autónoma en que se solicite. En algunos lugares los becados reciben más dinero que en otros. No sé si pensar que esto se debe a políticas que apoyan más el estudio en ciertas regiones o simplemente – como parecen decidirse muchas medidas en política – se debe al azar.

Yo he residido en Madrid desde hace años y por ende obtuve la beca en la CAM. Echando cuentas, la cantidad de dinero del Estado que me llegaba (con retraso) era de alrededor de 200 € al mes, redondeando por exceso. Con esta cantidad de dinero no pagaba ni el piso en el que residí, siendo París tan cara como es para los alquileres. Los pisos compartidos rondaban los 500 € por persona, de mínimo. No había un máximo para los alquileres pero digamos que de media cada persona gastaba solo en eso entre 500 y 700 euros al mes.

Queda claro que la cuantía de la beca no daba mucho de sí. Como consecuencia de esto, tuve que buscar un trabajo de tiempo parcial para costearme algunos gastos mientras que mis padres me ayudaban con el resto del dinero que necesita. Además, tuve que usar mis ahorros (de toda la vida) para llegar a fin de mes sin demasiados recortes. Por muy poco que gastase necesitaba del orden de 700 euros mensuales, como media.


Sinceramente, nunca he verificado lo que gasté en París. Miedo me da verificar dicha información registrada en mi cuenta bancaria para la posteridad. A pesar de que llegar a fin de mes no era tarea fácil tampoco era misión imposible y mal que bien pude disfrutar de la estancia como alumno de intercambio.

César P.

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