A día de hoy las
aerolíneas de tipo low cost (literalmente,
bajo precio) prestan sus servicios
en muchos de los aeropuertos de Europa y ofrecen gran cantidad de conexiones
entre muchas ciudades. Yo, personalmente, he usado en muchas ocasiones este
tipo de compañías para viajar dentro del viejo continente, pero… en no pocas
ocasiones me he planteado – y cuestionado realmente – si estas compañías hacer
honor a su título.
He sido, durante varios
años consecutivos, un fiel usuario de Ryanair,
una de las aerolíneas más baratas de España. Y puedo señalar que hay algunos
detalles convierten la experiencia de volar con esta compañía en algo no
demasiado agradable – al menos, no siempre. Para empezar, los aviones son
pequeños y, con cierta frecuencia es necesario hacer conexión con otros vuelos.
Ryanair no ofrece conexiones, por lo que son vuelos de la misma compañía pero
independientes. Lo que implica que puedes estar horas en un aeropuerto.
Sin embargo, esto no lo
he hecho por puro placer o masoquismo, sino porque a menudo no había otra forma
de viajar hasta mi destino con esta aerolínea. Además de estas circunstancias,
hay algo más digno de mencionar sobre los servicios – y esto es la piedra
angular de mi discurso – de Ryanair: la proximidad del aeropuerto de
partida/llegada con el destino.
Normalmente, un
aeropuerto se encuentra a las afueras de la ciudad a la que corresponde. En
Madrid, por ejemplo, tenemos mucha suerte de que la distancia al centro sea
como de unos 20 km aproximadamente. Se puede ir al aeropuerto, si las
conexiones no tardan mucho, en una media hora o 45 minutos. Sin embargo, en
otras ciudades – París, Munich, Berlín – el viaje a aeropuerto es de cerca de
una hora – o incluso más.
Ahora viene lo
interesante de los vuelos de Ryanair. Los aeropuertos de partida o destino de
esta compañía no son los más próximos a la ciudad que corresponde, en muchas
ocasiones. Hubo un tiempo en que Ryanair y otras pocas low cost operaban en un
aeropuerto de Ciudad Real pero vendían los vuelos con destino Madrid. Y esto no
es la excepción, sino la norma, pues en Barcelona Ryanair opera desde el
aeropuerto de Girona. Y en París desde Beauvais, que se encuentra a casi hora y
media de la ciudad en bus.
Por lo tanto, al volar
con esta compañía, nos vemos obligados – con frecuencia – a tener que asumir
gastos adicionales de transporte hasta el aeropuerto en el que embarcamos. Lo
mismo sucede al llegar a nuestro destino, pues lo usual es que aterricemos en
la ciudad o pueblo de al lado. Si hacemos las cuentas, tenemos que comprar los
billetes online – porque en el aeropuerto son aún más caros – pagando tasas de
gestión y tasas que “aparecen” según que fechas, pero siguen llamándose tasas
de gestión, aunque su precio sea el triple.
Esto engorda el
presupuesto notablemente pero hay más. También hay que pagar las maletas – en caso
de que queramos facturar. Y, si mal no recuerdo, eran entre 20 y 30 € solo por
una maleta. Solo con esta suma, nuestro vuelo ya no es tan “low cost” como nos
gustaría. A esto debemos sumar el desplazamiento al aeropuerto, tanto a la ida
como a la vuelta. Digamos que son entre 10 € y 20 € en tren o bus, serían o 20
€ o 40 € añadidos.
César P.
César P.
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