18 de enero de 2015

Ley antitabaco: 4 años después


Cuando vemos una película de hace un par de décadas o anterior todo el mundo aparece con un cigarrillo entre los dedos. Fumar era mucho más aceptado socialmente de lo que es ahora, era parte de lo cotidiano, fumar era bueno desde todos los puntos de vista. Mientras más nos remontamos en el siglo pasado, más aparece el cigarrillo en todo contexto. Si quitásemos este elemento de las películas clásicas todo cambiaría radicalmente, ¿acaso os imagináis a Humphrey Bogart sin un cigarrillo en Casablanca?

La mentalidad sobre el tabaquismo ha cambiado mucho en los últimos años. En ello ha influido mucho lo que ahora se sabe al respecto y antes de desconocía. El tabaco, ¡oh, sorpresa! produce cáncer y es un factor de riesgo para un sinfín de enfermedades. Con ello en mente no es de extrañar que a lo largo de los últimos años se haya limitado cada vez más a los fumadores. Desde hace años no se puede fumar en lugares público, algo que antes era lo habitual está ahora prohibido y es penalizado con una multa.

Ya no se fuma en estaciones, ni en algunos bares. Si te llama el cigarrillo, tienes que salir a la calle para encenderlo. Los fumadores aguantan las inclemencias del tiempo con tal de inhalar esa nicotina que tanto ansían. Ahora, lo normal es que la gente no fume en espacios públicos pero hasta hace no mucho no lo era, y ha costado acostumbrarse a esta ley. Al principio, muchos fumaban a escondidas en el metro pero los operarios del suburbano y los vigilantes se aplicaron en hacer cumplir la ley, en cuestión de meses ya era muy raro ver a alguien soltando humo en las estaciones.

En lugares muy concurridos, como los aeropuertos, hay cabinas para que los fumadores no tengan que salir a la calle, lo cual a veces resultaría del todo impracticable. Estas medidas ayudan a paliar el mono que sienten quienes están más enganchados y no deja de ser una divertida escena ver a tantas personas apiñadas fumando en un pequeño recinto transparente. Incluso han surgido diversas alternativas para los más innovadores, como los ya conocidos parches de nicotina o los novedosos cigarrillos electrónicos que sueltan vapor de agua.

No son lo mismo, ya que fumar a la antigua usanza es lo que más placer propina, pero algo es algo y algo es mejor que nada. A día de hoy, el tabaco ha sufrido algunos reveses, como la subida de impuestos y, en general, de precios. La crisis ha purgado a muchas personas de tan caro hábito por fuerza mayor. Los más empedernidos siguen fumando y muchos nuevos fumadores se suman cada año. Cuatro años después de la implantación de la ley antitabaco, tan criticada en su momento por perjudicar a hosteleros y tratar a fumadores como apestados, el aire es un poco más limpio en muchos de los lugares por los que transitamos a diario. Se agradece.

César P.

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