21 de febrero de 2015

Gente que le echa horas y suspende


La vida es, con cierta frecuencia, más injusta de lo que nos gustaría pero eso es ley de vida. No hay nada que hacer al respecto, así que lo mejor es llevarlo tan bien como se pueda. En el ámbito de la educación, y en otros, como el trabajo, siempre ha habido – y habrá – quienes sin dar palo al agua llegan y se llevan el santo, mientras que, por otro lado, hay quienes dedican horas y consiguen más bien poco.

Desde hace años me pregunto si se trata de capacidad intelectual o si el factor psicológico es el que más pesa. No he llegado a ninguna conclusión categórica pero sí intuyo que ambos factores pueden estar contribuyendo en personas que se dan de cabezazos contra la pared una y otra vez. Hace poco, me he llevado una gran decepción con una alumna que ha suspendido varias asignaturas a pesar de que no ha parado de estudiar y hemos dedicado mucho tiempo en preparar una asignatura. A pesar de todo este esfuerzo continuo y canalizado, no ha habido manera de aprobar.

¿Qué más se puede hacer a este respecto? Como profesor, a veces me llevo varapalos y diversos reveses, ya que espero lo mejor para algunos de mis alumnos y los resultados no siempre acompañan. Estos momentos de frustración me sirven para reflexionar sobre algún nuevo enfoque a las asignaturas que, tal vez, pueda contribuir a salvar la situación antes de que nos pille el toro. Sin embargo, la educación no es ninguna ciencia actualmente, si es que alguna vez eso cambia, y lo que se explica a una persona puede caer completamente en saco roto con otro alumno. Es complicado.

En ello reside el arte de educar a las nuevas generaciones, lo cual nunca es tarea fácil ni trivial. Debe hacerse con sumo cuidado y manteniendo la iniciativa. La motivación juega un papel fundamental en el aprendizaje, ya que un alumno decaído no asimila los contenidos de la misma forma que uno emocionado por aprender nuevas cosas. Es difícil motivar a quienes saben bien su condición, aquellos que estudian y estudian para aprobar raspado o sacar notas mediocres.

Por otro lado, siempre están los que recurren a la picaresca para pasar de curso, sacar notas decentes, etc. Al final, quienes eligen la vía “fácil” acabarán dándose de bruces cuando no puedan recurrir a este método, como en exámenes oficiales. Mientras, el alumno que trabaja duro seguirá su rutina diaria cual hormiga obrera hasta llegar a la meta, no sin sufrimiento. ¿Es que estamos haciendo algo mal los profesores? Desde mi punto de vista, los temarios son tan light que quitarles más cosas convergerá en dar aprobado general, ¿qué es lo que falla en este sistema? ¿Todo?

César P.

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