Hemos vuelto a ser golpeados por una
tragedia aérea justo antes de empezar la semana santa. Esta vez,
unos jóvenes han sido las víctimas más destacadas pero también
han muerto miembros de la tripulación que iba a bordo. Es como si el
avión se hubiese desintegrado contra la montaña con la que se
estrelló. Ahora algunos pegarán el grito al cielo y dirán que
volar es inseguro pero la realidad es que a pesar de todas las
medidas de seguridad a veces las cosas, simplemente, salen mal.
Lo más complicado de este accidente
son las labores de “rescate” y recuperación de los restos del
avión y humanos, ya que se encuentra en un lugar prácticamente
inaccesible al que solo se llega por aire. Esto dificulta en gran
medida los trabajos de investigación a pesar de que hay cientos de
expertos en el terreno tratando de desvelar lo que falló en este
vuelo. Por ahora no queda descartada ninguna posibilidad, podría ser
un fallo humano o mecánico, o tal vez ambas cosas. Nunca se sabe.
Lo que es cierto es que los aviones se
estrellan de vez en cuando y esto es un factor que no se puede
eliminar por mucho que se desee. Incluso incrementando las medidas de
seguridad más allá de lo realista seguiría habiendo un riesgo en
cada vuelo. Pero bueno, así es la vida, siempre igual de injusto
cuando se lleva a unos jóvenes que volvían a sus casas después de
un intercambio internacional. Jóvenes cuyas vidas han quedado
truncadas sin tener culpa de nada, al igual que le pasó a un
matrimonio español en el atentado terrorista de hace unos días en
el museo Bardo de Túnez.
La vida siempre será injusta, más
vale que nos hagamos a la idea y lo aceptemos. No mola, pero es lo
que hay. El deseo de justicia es el capricho humano de ir contra la
naturaleza misma. A veces se van quienes menos lo merecen y, otras
veces, los que se lo buscan. Pretendo quitarle hierro a la tragedia
pero no le quito importancia alguna. Tras cada uno de estos
accidentes aéreos, siempre hay una serie de medidas que se
implementan para evitar que se repita algo similar.
Podemos decir que aprendemos de los
errores, aunque a veces no los cometa nadie. Algo bueno sale de todo
este asunto y es que todos volaremos un poco más seguros en el
futuro.
César P.
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