12 de mayo de 2015

La Feria de San Isidro en pleno apogeo


Se está celebrando la Feria de San Isidro en Madrid, no hay más que ver la cantidad de gente que se acumula alrededor de los puntos clave de esta fiesta. A media tarde, la gente se abarrota en las afueras de la Monumental de Las Ventas en los bares y cafeterías cercanos, los cuales están a rebosar, no cabe ni un alfiler. Las calles aledañas están colapsadas y cuesta caminar los pocos metros que llevan de la acera de en frente a la Plaza de Las Ventas bajo la abrasadora luz del sol que nos viene acompañando estos días.

Todas las personas que tienen que esperar al siguiente evento piensan al unísono en tomar algo para aplacar este calor tan intenso. Bajo tierra, sin embargo, se está mucho mejor. He buscado refugio en el suburbano, en el cual hay pasillos muy frescos e incluso aire acondicionado para mejorar la situación. Aunque no lo haya, las paredes no dejan pasar el calor del exterior, se respira con más facilidad. Por suerte, cuando he pasado por allí no había mucha gente, estaban todos en las calles de Ventas celebrando lo que sea que festejen hoy.

El próximo fin de semana es San Isidro y hay festivo. Este año, ya tengo planeado volver a ir después de varias ediciones sin presentarme por la explanada. En algunos aspectos no se diferencia de las ferias de barrio, tal vez las dimensiones del lugar sea lo más destacado. Casi puedo sentir el olor a fritanga y cerveza calentorra que inunda el aire en esos días. Una cosa queda claro, no será por ocasiones para degustar algo sabroso. Ni será por bebidas frescas al alcance de la manos por algunos eurillos.

No sé por qué otros años apenas hacía caso a estas celebraciones pero esta vez me apetece y mucho. Tal vez sea porque este año me lo he pasado trabajando más que nunca antes en mi vida y ahora sí siento la necesidad – y el gusanillo – de celebrar los festivos. Y si me apetece tomar algo, con este sol es lo que mejor podría hacer. El cambio de rollo de estudiante a currito ha sido duro, sobre todo por las horas que he tenido que echarle a diario pero ahora lo llevo mucho mejor. ¿El truco? Hay que saber cuando descansar y recargar a tope la batería. San Isidro, aquí vamos.

César P.

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