22 de junio de 2015

Dejar que te pille el toro: un clásico

Admitámoslo, a todos nos puede la vagancia cansina que se nos sube a la chepa cuando el calor arrecia en la estepa castellana. Esa somnolencia, ese sopor que emana de todas partes y que adormece a nuestro cerebro inutilizándolo casi por completo. Vamos a ralentí y no avanzamos en lo que hacemos, nos quedamos amuermados cual besugos haciendo… uh, lo que sea que hacen los besugos.

Entonces, nos pilla el toro. Es más, sabemos que viene y aún así nos sigue pillando. Es algo así como una fuerza sobrenatural que no se puede evitar, hay que asumirlo. Y, cuando te das cuenta, la única solución es darlo todo el día de antes. El sprint final el día de antes es lo que tiene, no podemos hacer lo que se supone nos debería llevar un tiempo y organización en una sola tarde ni en una sola noche. Eso sí, mejor que hacer nada suele ser pero las consecuencias no son muy divertidas.

Pues bien, más de una vez me ha pillado el toro a lo largo de mis años de estudiante pero creo que nunca de la forma en la que ha sucedido este año. Llevo meses dándole vueltas al TFG y, sin embargo, no me he puesto apenas a trabajar en la versión que voy a entregar del mismo. Lo que es más el colmo de los colmos es que llevo semanas, tal vez meses, con todo lo que necesito para escribir el trabajo y no lo he hecho. No ha sido solo falta de tiempo, ha sido algo más, también.

Ha sido falta de ganas. ¿Por qué? ¿No debería estar feliz de escribir mi primer “paper” y de presentarlo? Tal vez sí, pero a pesar de ello no tengo casi ganas de hacerlo. Me siento orgulloso de haber dominado la materia en el nivel que necesitaba en el plazo que tenía, he estudiado e incluso he tenido un profesor particular para tratar los asuntos más peliagudos de la asignatura. A pesar de ello, no tengo ganas de escribir el trabajo.


Lo tengo casi completo, me queda nada salvo retocarlo y poner algunos datos. A pesar de ello, siempre que pienso en escribir el TFG, siento una inercia en contra como si algo de mí se opusiera rotundamente. Qué cosa más rara, ¿no? ¿Esto le ha pasado a alguien más? Tal vez yo sea más especial de lo que imaginaba para algunas cosas, je, je.

César P.

No hay comentarios :

Publicar un comentario