24 de julio de 2015

El puente de los candados

Son varios los puentes afectados por el fenómeno Moccia en diversas ciudades del mundo. Una de las más tocadas por este virus es París, donde han tenido que cambiar las barandillas de al menos un puente – el Pont des Arts - para que la gente deje de colocar candaditos del amor. El ayuntamiento parisino tuvo que tomar medidas porque la estructura del puente corría el riesgo de venirse abajo en cualquier momento. Si tenemos en cuenta que eran miles los candados que pendían de ambos lados, no es de extrañarse. En mi reciente viaje a la capital francesa, he podido comprobar que hay otro puente que corre un destino similar.

Recuerdo que hace años coloqué un candado con un par de amigas en aquel puente ahora reformado, bueno, mejor dicho nos apropiamos de un candado ya puesto para garabatear nuestros nombres. El daño fue mínimo. Ahora, en cambio, ya no se pueden colocar más candados en este punto de encuentro delante del Louvre por motivos de seguridad. En parte, creo que la medida es acertada pero las consecuencias no tanto, ya que otros puentes están siendo cargados por las parejas que visitan este destino tan turístico. Desde luego, si pudiesen demandar a Moccia por este asunto se harían de oro.

Pero claro, quién iba a vaticinar que algo que hacen los protagonistas en un libro fuese a tener tanta repercusión, ¿verdad? Así son las cosas hoy en día, los fenómenos virales están a la orden del día. No sé si alguna vez algún otro libro hizo que se reformaran puentes, es una moda que no tiene pinta de irse pronto. A este paso, van a tener que tomarse medidas en más ciudades. Igual se generan puestos de empleo debido a este asunto de los candaditos del amor, se necesitan tíos con cizallas que corten todo este metal antes de que el peso rompa algo. Después, el material se puede fundir y reutilizar, no está mal. Mientras, los vendedores de candados y algunas joyerías se frotan las manos con todo el tirón de esta tendencia.


Como suelen decir, no hay mal que por bien no venga. No he leído el libro en el que empezó todo esto ni creo que lo haga, ya que esa literatura me parece una ñoñada. Tal vez me limite a leer alguna crítica para saber por dónde van esos tiros. Entre Blue Jeans y Moccia, creo que unos cuantos adolescentes están un poco equivocados sobre lo que es un buen libro.

César P.

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