28 de julio de 2015

La escalera mecánica se traga a una madre


Está claro que vivimos en un mundo loco en el que pasan cosas raras todos los días pero a veces suceden tragedias que conmocionan por algún que otro motivo. Esta semana, leí sobre un cazador desalmado que se hizo con un trofeo único, cazó a un león que era el símbolo de su reserva tras pagar una cuantiosa cantidad de dinero para que se le permitiese hacerlo. Esa noticia me jodió por a falta de escrúpulos que pueden tener algunas personas. Hoy, hemos visto en las noticias como una mujer china salva a su hijo antes de ser devorada por una escalera mecánica defectuosa.

Puede parecer que estas historias no tienen nada que ver pero sí están conectadas de una forma: en ambos casos alguien ha mirado más por sus intereses que por los de los demás. En el caso de Cecil, el león abatido, alguien consideró que llenar sus bolsillos era más importante que mantener con vida a un hermoso ejemplar de felino. Por otra parte, en el caso de la escalera mecánica, cuyo malfuncionamiento era conocido, alguien no se molestó en tomar las medidas necesarias de precaución.

Así pasó, se abrió la plataforma superior porque había una pieza suelta con las mortales consecuencias que tuvo. Como suele ser habitual en estos casos, los medios se han hecho con el vídeo y lo han venteado durante lo que va de jornada, y lo seguirán haciendo lo que queda del día de hoy. Pocas cosas se me ocurren más morbosas que una persona siendo tragada por una escalera mecánica en marcha. Debe ser una muerte no demasiado rápida y un tanto agónica durante unos instantes. O tal vez todo suceda muy rápido, ya que el mecanismo no pareció enterarse de que una persona había sido succionada.

No sé que ha pasado esta semana pero se han sucedido una serie de eventos un tanto fuera de lo común. Por otra parte, en Francia, un puente con mala señalización ha descapotado un bus en el que no hubo heridos de forma fortuita. Resulta hasta gracioso pensar en ello pero cuando alguien muere por una negligencia ya no hace gracia alguna. Por qué tantas personas fallaron en clausurar una escalera que se sabía defectuosa, no dejo de preguntármelo cada vez que pienso en lo que ha sucedido. No quiero ni pensar en cómo explicarán al pobre niño lo que le ha pasado a su progenitora.

César P.

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