22 de agosto de 2015

Entre la espada y la pared


A veces te encuentras en situaciones que te dejan poco margen de actuación. Lo que más odio de este tipo de circunstancias es que haga lo que haga, alguien no se quedará contento. Suele pasar cuando hay intereses diversos y las personas que están involucradas no terminan de desligarse de uno. Cada vez entiendo más a las personas que hacen su vida por sí mismas sin tener nada que ver casi con nadie. Estar solo es la única forma de hacerte exclusivamente responsable de lo que quieres y tienes que hacer. No se me ocurre otra forma de despreocuparte de muchas cosas de la vida y de centrarte solo en lo que tú mismo haces. Esto resulta desconcertante porque puede llevarte por caminos que no tenías pensado en tu plan de vida.

No sé, vaya forma de joder la marrana sinceramente. Creo que cada uno debería preocuparse por sus asuntos en vez de estar metiéndose en la vida de otras personas. Ya tiene uno bastante con organizar su propia vida como para estar pensando en lo que quieren los demás, ¿no? Considero la familia como un pilar importante en la infancia y en la adolescencia pero todos llegamos a la juventud con ganas de crear nuestro propio lugar en el mundo. Este proyecto de vida se continúa en la edad adulta y en ello se deben centrar nuestros esfuerzos.

Creo que las familias tienden a mantenerse demasiado ligadas en ocasiones. Una influencia demasiado fuerte por parte de algunos miembros del núcleo familiar conlleva a que el momento de que una persona se escinda parcialmente del conjunto para formar su propia familia sea más complicado. En ocasiones, ni siquiera se puede llevar a cabo este proceso de forma natural sino que ha de haber una ruptura para que uno pueda independizarse en todos los sentidos. Pero todos sabemos que llega el momento en la vida en el que cada uno debe empezar su propio camino.

Es más, considero que los padres deberían alentar a los hijos a salir del nido y mantenerse por sus propios medios en la medida de lo posible. Desde luego, esto no implica que los vínculos se rompan del todo sino que haya un equilibrio en la relación que sea compatible con la independencia. Como padres, deberían de sentirse orgullosos de que los hijos consigan vivir por sus propios medios. Después de todo, todos los padres crían a sus hijos para estén listos para la vida adulta, ¿no? Suponer un lastre en un momento tan delicado de la vida resulta contraproducente desde mi punto de vista.

César P.

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