18 de enero de 2016

Los insufribles fallos de la educación se sufren en carne propia


Me dedico en gran medida a la enseñanza y me toca ver de todo cuando me meto en los zapatos de profesor. Por ahora voy sin bata pero dadme tiempo. Encuentro desde casos atípico hasta alumnos desviados del buen camino. Con algo de ayuda, los hay que se centran y los hay que no. Así es la vida, es lo que hay. Sin embargo, también están quienes se dejan la piel para aprender y aún así lo pasan mal por culpa del sistema. No ya por el hecho de que los contenidos puedan ser difíciles sino porque los cursos que plantean algunos se hacen muy cuesta arriba sin aportar valor didáctico.

Este ha sido el caso de una amiga que me consultó sobre unos problemas en su aula virtual hace poco. Ella tenía que seguir las indicaciones de cada bloque del curso online que estaba realizando para enviar las tareas asignadas. Hasta ahí nada del otro mundo. El curso era sobre tecnologías de la información y el uso en las aulas con fines didácticos, o sea, un curso de formación TIC que lo llaman. Uno esperaría lo más didáctico del mundo... pero no.

Nada más lejos de la realidad. Algunos temas eran un poco densos por lo que pude apreciar pero se hacían manejables. Había que completar una serie de pasos antes de que la tarea se diese por buena así que era un poco mecánico y de echarle horas. Sin embargo, el bloque 6 bien podrían haberlo numerado 666... El motivo de la consulta fue un error inesperado e inexplicable en la plataforma. Después de haber creado dos cursos, mi amiga no conseguía habilitar una configuración a pesar de darle muchas vueltas.

Después de dedicarle horas – literalmente – revisando al detalle los menús del aula virtual, nada, no había manera. Por lo tanto, sugerí acudir al profesor del curso para consultarle sobre el asunto pero días después ella me comunicó que las respuestas eran ambiguas y escasas; un cero a la izquierda. Casi dos semanas después y un día antes de la fecha final de entrega, o sea, in extremis este profesor señaló que había consultado que podía deberse a una configuración incorrecta en la portada de la página, o sea, fuera de la zona donde uno crea sus cursos. ¡A buenas horas mangas verdes!

Al final, el único consuelo es llevarse en la saca algunas lecciones bien aprendidas sobre la gestión de aulas virtuales y, además, la infinita satisfacción de resolver esa mala configuración en el aula de una dichosa vez – que queda fuera del alcance del curso según pude comprobar en el temario. Cuando uno busca, encuentra pero a menudo la búsqueda te la hacen imposible porque no te dan las herramientas. ¿Tanto cuesta hacer una vez un manual del uso de la página para que los alumnos de un curso no presencial puedan llevar a cabo sus deberes? Llamadme anticuado pero siempre he creído que la claridad es la clave de la enseñanza.

César P.

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