14 de abril de 2016

Mi primera semana con Alejandro

He estado días sin escribir porque apenas he pegado ojo desde que nació mi hijo, hace semana y media. No ha sido tan grave como suena, ya que algunas noches hemos dormido genial pero cuando al bebé le pasa algo, esto se vuelve complicado. Las primeras dos noches, lo que le pasaba es que tenía hambre. El pequeño Alejandro nació sano, con ganas de comerse el mundo y… por desgracia su madre no tenía suficiente leche para tenerlo satisfecho. Entonces, empezó el llanto.

Hasta que no nos dieron la leche de Nutriben, mi niño no empezó a estar feliz. Esos tres primeros días desde el domingo de madrugada hasta el miércoles a la hora de comer, se hicieron largos. Pasaron tantas cosas, vino tanta gente y yo dormí tan poco – lo mismo que Tamara – que ambos rozábamos la discordia a la mínima. Estábamos realmente irritables con todo lo que pasaba. Pero nuestro hijo estaba bien y eso era suficiente.

Cuando llegamos a casa con el alta, le seguimos dando Nutriben, esta vez en polvo y el comelón ha remontado el peso que perdió tras el nacimiento en solo cinco días. Pide comida cada pocos minutos, como mucho unas dos o tres horas, salvo cuando duerme por la noche. He llegado a registrar seis horas de sueño de seguido en el pequeño. El resto del día, suele estar activo por ratos. Está muy bien y nos llena de alegría a todos pero ha tenido que aprender a defecar.

Sí, defecar. Hacer popó, llamadlo como queráis. Al parecer, los recién nacidos tienen los músculos tan débiles que les cuesta hacer caca a menudo, más cuando toman leche en polvo. Como su madre no ha podido alimentarle exclusivamente con leche de pecho, en los últimos días hemos estado pendientes de que hiciera sus deposiciones en algún momento. La primera vez, fuimos a urgencias dos veces en solo un par de horas porque no dejaba de llorar y tenía el estómago cada vez más tenso.


La primera vez, nos dijeron que esperásemos porque no estaba mal. Pero siguió comiendo y, claro, eso se acumula y expande, ¿sabéis? Lo que pasó es que le dimos otro biberón bajo demanda y entonces empezó a llorar sin tregua alguna. Le llevamos por segunda vez y le ayudaron a defecar con una sonda. Esa vez llevaba un día sin hacer de vientre. Días después, cuando llevaba día y medio sin defecar, ha conseguido soltar lastre y ahora está muy tranquilo.

César P.

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