Hace tan solo una semana y media en el calendario volvió a
aparecer la fecha 11 de Marzo. Por
novena vez saltó a la mente el recuerdo de aquel histórico atentado que dejó
casi doscientas víctimas mortales y muchos heridos. Heridos en cuerpo y alma.
Pues el recuerdo es una carga con la que deberán cargar el resto de sus días.
Y, a pesar de que el tiempo amortigua el dolor, éste no se
va. En las víctimas y familiares ha ardido de nuevo la llama del dolor por
aquellos cuyas vidas de apagaron o quedaron marcadas para siempre.
Una vez más, cada quien ha hecho lo que ha querido. No ha habido una ceremonia de conmemoración
única sino que se han llevado a cabo varias, por parte de instituciones,
sindicatos y grupos de víctimas. Considero que un homenaje único debería de
facilitarlo el Gobierno en colaboración con todos los afectados. Qué menos.
Pero, como es habitual en España, cunde el desorden. Y hay
algo peor e imperdonable que esto: el oportunismo. Y es que, cuando se dan
ocasiones mediáticas no falta quien aprovecha para tener sus 5 segundos de fama para manifestar su
opinión sobre temas que no tienen – como es ya protocolo en tales ocasiones –
nada que ver con la situación.
Y, en efecto, en la conmemoración a las víctimas del 11-M
que tuvo lugar en Atocha hubo declaraciones que aludieron a las víctimas de las
preferentes o a los desahuciados. ¡Y qué tendrán que ver
los problemas actuales con las víctimas del 11-M!
La gente tiende a confundir las cosas. Está muy bien querer
expresar la opinión personal sobre ciertos temas pero hay que saber respetar el momento. O, más precisamente, hay que
actuar acorde a la situación. Es de manifiesto mal gusto y desconsideración con
las víctimas y sus familiares haber aprovechado la ocasión para politizar las
declaraciones en los medios.
Creo que solo a los niños se les debería de tener que
corregir la conducta con una llamada de atención manifiesta. Al parecer algunos
adultos no han aprendido a comportarse como debe pues en ocasiones como la conmemoración de las víctimas del 11-M
todos deberían de mostrar respeto y no opinar alegremente de cuantos temas les
venga en gana.
También ha habido algún político, como Tomás Gómez, que ha
manifestado opiniones como el no a la
guerra, que puede ser muy loable pero no en un momento inadecuado. Hay que guardar las formas y más cuando se
trata de un asunto tan delicado como el recuerdo de las víctimas de un atentado
de tal calibre.
Algo me dice que el
año que viene la historia se volverá a repetir. Esperemos que no sea así. Ésta
es una de esas veces en las que estar equivocado no me importaría en absoluto.
Sin embargo, el patrón se repite cada año y en cada ocasión mediática. Incluso
en la gala de los Goya, celebrada
hace poco, se aludieron temas políticos totalmente fuera de lugar. Las formas, ya
han sido ampliamente comentadas.
César P.
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