La actividad física es otro de los factores que influyen en
gran medida en nuestra salud. Tanto la intensidad de los ejercicios como el
tipo de actividad que realicemos se deben ajustar a nuestras posibilidades y
gustos. Cualquier ejercicio realizado con regularidad complementa a la dieta
que sigamos con el fin de alcanzar una mejor condición física. Incluso salir a
caminar habitualmente puede contribuir en este aspecto y ser más que suficiente
para nosotros.
Elegir el ejercicio
adecuado para cada uno es el primer paso a seguir en este proceso. Esta
elección depende de cada persona, de su condición actual y del estado físico
que tenga, es decir, de si ha sufrido lesiones en el pasado o no. Son muchos
los factores que pueden influir en esta decisión y es recomendable que un
profesional nos aconseje sobre los ejercicios que podríamos realizar sin riesgo
de lesión.
Ir de menos a más suele
ser la mejor estrategia para alcanzar una rutina adecuada de entrenamiento,
sobre todo cuando se lleva un tiempo sin realizar actividad física de forma regular.
Siempre es mejor tirar por lo bajo para evitar lastimarnos y poder, por lo
tanto, seguir realizando alguna actividad física regularmente. Una lesión puede
incapacitarnos para hacer ejercicio por una temporada y, en el peor de los
casos, causar un daño permanente. Por ello siempre debemos ir con ojo de no
pasarnos en cuanto a la intensidad del ejercicio.
Es mejor ser
constante en cuanto a la actividad física que realicemos que ir a
trompicones. Las odiosas agujetas no
son del agrado de nadie pero si realizamos ejercicios en la cantidad adecuada
siempre estarán allí, y más al principio. Sorprendentemente, si hacemos
ejercicio de forma correcta, las agujetas no nos harán la vida imposible más
allá de los primeros días de entrenamiento o las primeras dos semanas.
La importancia de los
estiramientos y del calentamiento nunca debe ser subestimada. Antes de
empezar con un ejercicio de mayor intensidad, hay que calentar los músculos con
un ejercicio de poca intensidad, esto es el calentamiento. Por lo general, se
trata de correr o realizar alguna actividad aeróbica (bicicleta, remo, caminar,
etc) durante unos minutos. A continuación, debemos estirar los músculos que
hemos ejercitado y los que vamos a trabajar.
Finalmente, tras terminar cada sesión de ejercicio debemos volver a estirar con menor intensidad e
incluso se recomienda otro ejercicio aeróbico de poca intensidad para enfriar
los músculos paulatinamente. Estas medidas reducen y hasta llegan a evitar la
aparición de agujetas tras la actividad física.
César P.
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