21 de julio de 2014

Cómo ponerse en forma este verano: la actividad física (parte III)

La actividad física es otro de los factores que influyen en gran medida en nuestra salud. Tanto la intensidad de los ejercicios como el tipo de actividad que realicemos se deben ajustar a nuestras posibilidades y gustos. Cualquier ejercicio realizado con regularidad complementa a la dieta que sigamos con el fin de alcanzar una mejor condición física. Incluso salir a caminar habitualmente puede contribuir en este aspecto y ser más que suficiente para nosotros.

Elegir el ejercicio adecuado para cada uno es el primer paso a seguir en este proceso. Esta elección depende de cada persona, de su condición actual y del estado físico que tenga, es decir, de si ha sufrido lesiones en el pasado o no. Son muchos los factores que pueden influir en esta decisión y es recomendable que un profesional nos aconseje sobre los ejercicios que podríamos realizar sin riesgo de lesión.

Ir de menos a más suele ser la mejor estrategia para alcanzar una rutina adecuada de entrenamiento, sobre todo cuando se lleva un tiempo sin realizar actividad física de forma regular. Siempre es mejor tirar por lo bajo para evitar lastimarnos y poder, por lo tanto, seguir realizando alguna actividad física regularmente. Una lesión puede incapacitarnos para hacer ejercicio por una temporada y, en el peor de los casos, causar un daño permanente. Por ello siempre debemos ir con ojo de no pasarnos en cuanto a la intensidad del ejercicio.

Es mejor ser constante en cuanto a la actividad física que realicemos que ir a trompicones. Las odiosas agujetas no son del agrado de nadie pero si realizamos ejercicios en la cantidad adecuada siempre estarán allí, y más al principio. Sorprendentemente, si hacemos ejercicio de forma correcta, las agujetas no nos harán la vida imposible más allá de los primeros días de entrenamiento o las primeras dos semanas.

La importancia de los estiramientos y del calentamiento nunca debe ser subestimada. Antes de empezar con un ejercicio de mayor intensidad, hay que calentar los músculos con un ejercicio de poca intensidad, esto es el calentamiento. Por lo general, se trata de correr o realizar alguna actividad aeróbica (bicicleta, remo, caminar, etc) durante unos minutos. A continuación, debemos estirar los músculos que hemos ejercitado y los que vamos a trabajar.


Finalmente, tras terminar cada sesión de ejercicio debemos volver a estirar con menor intensidad e incluso se recomienda otro ejercicio aeróbico de poca intensidad para enfriar los músculos paulatinamente. Estas medidas reducen y hasta llegan a evitar la aparición de agujetas tras la actividad física.  

César P.

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