18 de septiembre de 2014

Sobre el aburrimiento

Todos conocemos – o somos a veces esa persona – a alguien que dice “¡Cuánto me aburro!” y literalmente se muere del asco. He creído durante mucho tiempo, como la mayoría de personas, en eso del aburrimiento. Sin embargo, recientemente he descubierto que el aburrimiento es una opción y en – casi – ningún caso algo de verdad inevitable.

Hoy en día no hay motivos para aburrirse y no es que en el pasado los hubiera por doquier. En realidad, si preguntamos a nuestros abuelos lo más seguro es que nos respondiesen que ellos no se aburrían. ¿Por qué? Por el simple hecho de que siempre hay algo que hacer en la vida. Y, actualmente, esto es más fácil que antes.

¿Te aburres? Ve una peli. ¿Te aburres? Lee un libro. ¿Aún aburrido? ¡Aprende algo nuevo!

Pocas cosas en esta vida pueden ser más interesantes, según algunos estudios, que la experiencia de aprender algo nuevo, ya sea una destreza o conocimientos. Suele resultar más sencillo entretenerse haciendo algo que estudiando pero esto depende de cada persona. Cada vez, querido lector, que aceptas el aburrimiento te estás decepcionando a ti mismo. Y tal cosa no es admisible.

El aburrimiento está tan de moda en la actualidad por diversos motivos. Por una parte, hay mucho que hacer y parece que nada nos satisface para siempre. Como explica un viejo dicho: no se puede llenar un cántaro que ya está lleno. Tenemos muchas cosas en la cabeza, por eso de la globalización, internet, etc, que a menudo parece que ya no cabe más, que nada apasiona o que nada es distinto.

Otro motivo que, desde mi punto de vista, es una causa del extendido aburrimiento es la decadencia. Sí, eso mismo. La decadencia en la que vivimos hoy en día propicia males como el dichoso aburrimiento. Debido a mi trabajo, a menudo me encuentro con gente que no quiere ni se plantea usar ese maravilloso músculo llamado cerebro. En sus diálogos y razonamientos veo agujeros y lentitud, la maquinaria no está engranada.

A la mayoría de las personas les importa más lo que pasa en una caja que me han contado se sigue llamando televisión que en la vida real. El cotilleo del día es lo más relevante en muchas conversaciones. ¿Continuo? No creo que sea necesario. Todo esto es lo que yo denomino decadencia, decadencia de la mente y del espíritu.

Así las cosas, normal que nos aburramos tanto. Si a esto le sumamos jornadas repetitivas y monótonas obtenemos decadencia del cuerpo y estamos apañados. Pero no todo está perdido, pues siempre se puede salir de esa vorágine de mediocridad. Siempre haya otra opción.

La próxima vez que te aburras haz lo siguiente: improvisa, haz algo nuevo, rompe las reglas, ¡tira algo al suelo!, queda con esa persona que no te cae tan bien, ve al cine, no vayas al cine, sal a correr, respira el aire hasta que te exploten los pulmones… y si todo lo anterior “falla”: lee un buen libro.


¿En serio vas a seguir aburriéndote?

César P.

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