Estaba viendo un reportaje sobre el caso Pujol hace un par
de días en el telediario cuando, de pronto, empezaron a hablar de un tal
Nicolás. Por asociación simple de ideas pensé, automáticamente, que era uno de
los miembros de mencionada familia. Un rato después, me dispuse a escribir
sobre el tema e investigué un poco sobre Nicolás Gómez Iglesias. Para empezar,
no tiene nada que ver con los Pujol, salvo por el hecho de que es otro
personaje altamente deshonesto. Pero lo más sorprendente es que, en realidad,
no es nadie.
A día de hoy, todos siguen estupefactos por el hecho de que
un don nadie se la haya colado a todo
el mundo de forma tan atrevida. Nicolás, de tan solo 20 años de edad, ha
acudido a innumerables eventos y se ha codeado con personajes importantes de la
actualidad política sin esfuerzo aparente. Simplemente, fluía de un lado a otro
en las reuniones de este estilo, en los mítines, congresos, etc. Siempre estaba
allí, era alguien tan omnipresente en los eventos del PP que nadie sabía
exactamente qué hacía pero tampoco cuestionaba su presencia.
Toda la farsa de este sujeto salió a la luz cuando, recientemente,
empezó a cobrar grandes cantidades de dinero por la concesión de permisos
falsos. Se ha encontrado documentación falsificada y autorizaciones que no
deberían estar a disposición de cualquiera en su domicilio. Sin embargo, de no
haber ido tan lejos en sus fechorías, nadie había sospechado del joven Nicolás.
Incluso estuvo presente en la coronación del rey Felipe VI, a pesar de que
nadie sabe actualmente cómo se las apañó para estar allí.
Estamos, indudablemente, ante un casi digno de ser recordado
en los anales de los más grandes impostores
en España. Sorprende, además, la corta edad de este tipo, quien sabía
cómo moverse perfectamente en los altos círculos del PP madrileño. Contaba
diversas historias, llevaba rumores por doquier y siempre sabía cómo salir bien
parado ante las cambiantes situaciones que se presentaran. Todo un crack en cómo ser un fantasma sin que
nadie sospechase demasiado.
Sin embargo, la avaricia le pudo al joven Nicolás y las
autoridades no tardaron mucho en echarle el guante. De no haber sido por su
osadía, quién sabe hasta cuándo podría haber estado pululando en eventos de
diversa índole e, incluso, si podría haberse hecho con un verdadero puesto de
trabajo solo por estar en todas
partes y conocer a, literalmente, todo el mundo.
Resulta interesante ver hasta dónde puede llegar un charlatán
que tiene facilidad de palabra, elocuencia y transmite seguridad en su discurso.
Si este elemento hubiese sido listo, estoy seguro de que podría haberse hecho
con un buen puesto tarde o temprano, de forma completamente legal. Creo que
esto deja en evidencia cómo funciona realmente el mundo de la política, no hace
falta ser alguien sino, tan solo, parecerlo. Es un mundillo en el que la
imagen lo es todo, en el que la foto al lado de alguien importante te abre
puertas, en el que saber hablar es más
importante que saber hacer.
César P.
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