Esta semana, los medios hablan menos del ébola y más del
controvertido caso de la familia Pujol. Por si no fuera suficiente con la trama
de corruptelas que venían arrastrando varios miembros de la familia de Jordi Pujol
Ferrusola, ahora también les salpica el caso de las tarjetas opacas, algunas de las cuales estaban en manos de miembros
de dicha familia. Las andanzas del primogénito, Jordi, no dejan de sorprender a
todo el mundo, ya que movía con toda normalidad ingentes cantidades de dinero
en paraísos fiscales a su corta edad.
Por su parte, el famoso caso de las tarjetas opacas involucra a una de las entidades más manchadas por
casos corruptos desde que empezó la crisis, nada más y nada menos que Bankia. Misteriosamente, estas tarjetas
fueron repartidas a muchas personas que hicieron un uso despreocupado de los
fondos. Se han registrado todo tipo de compras y transacciones por medio de las
dichosas tarjetas que ascienden a miles y miles de euros.
Actualmente, todo el patrimonio de la familia Pujol está
siendo investigado ya que se sospecha que haya sido adquirido por medio de
numerosas actividades irregulares e ilícitas. Por una parte, se sospecha de
tráfico de influencias, blanqueo de capital, etc. El negocio familiar de los
Pujol, según parece, era aprovecharse de su posición dentro de Cataluña para
hacerse con todo el dinero posible.
Se trata de uno de los casos más escandaloso de los últimos
años por las astronómicas cantidades de dinero defraudadas, las cuales
ascienden a cientos de millones de euros y las pesquisas aún se están llevando
a cabo. Hay una gran cantidad de documentos y fuentes que deben investigarse antes
de poder visualizar al completo la envergadura de la trama orquestada por los
Pujol.
¿Hasta dónde llegará la corrupción que involucra a esta
familia? Solo el tiempo lo dirá. Mientras, para variar, no dejaremos de
alucinar con el asunto. Cómo es posible que una situación como esta se haya
mantenido durante años sin que las autoridades no reaccionaran de manera
alguna. Así van las cosas en este país, según parece. No es de sorprender,
pues, que la situación económica haya acabado tan en la ruina después de años y años de malgastar el dinero del Estado, de
consentir actividades irregulares, etc.
Lo más lamentable de toda esta situación es que a pesar de
que se investiguen y condenen casos como este, si el dinero que se ha robado no se devuelve y destina a algo
constructivo, no se ganará nada. Más de
una vez, se ha visto cómo alguno de los defraudadores se libra con tan solo
pagar una simbólica multa. Y,
mientras, la mayor parte del dinero robado se ha quedado en algún paraíso
fiscal. ¿Volveremos a ver el mismo desenlace?
César P.
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