3 de noviembre de 2014

Empezar el día con más café que ganas

Recuerdo que hace no mucho, unos cuantos meses, me costaba tela levantarme pronto. Lo recuerdo especialmente cuando veo a otras personas pasar por lo mismo día a día. Y me hace gracia. Observo o escucho esbozando una tenue pero indiscutible sonrisa cuando un amigo me cuenta lo mucho que odia salir de la cama de mañana. ¡Y más ahora que empieza la época glacial en Madrid!

Seamos sinceros, a mí también me cuesta, pero ya no como antes. No soy insensible a la “helada” que me da la bienvenida nada más atreverme a sacar un pie del nórdico. No es agradable, no es placentero y, sin embargo, ya no me cuesta tanto como hace unos meses. Por no decir años. Por no decir la mayor parte de mi vida desde que soy una persona independiente salvo en contadas épocas.

¿Cuál es mi secreto? ¿La promesas mañanera de una buena taza de café y un sándwich con una mitad de Philadelphia y la otra de paté de salmón hecho vuelta y vuelta en la tostadora? Que va. Si fuera solamente por eso, seguiría durmiendo tan ancho. Me levanto con energía suficiente como para salir de casa sin casi desayunar. Y todo esto a pesar de que no duermo muchas horas, apenas 6 horillas, si cabe. No rompo ningún récord mundial, precisamente.

Las ganas de empezar mi día no surgen de la primera taza de café negro que me tomo. Estoy satisfecho con lo que hago día a día. Tanto mi trabajo como mis estudios me llenan. Por si ambas cosas no bastaran para llevar bien la semana, tengo una novia increíble. Ahora pensaréis que todo surge mágicamente de lo sentimental pero no es el caso. Ya había conseguido tener una existencia equilibrada antes de empezar dicha relación.

Tal vez por eso sea capaz de disfrutar más con todo lo que sucede a mi alrededor. Si hace unos meses me hubiesen preguntado si sería capaz de hacer todo lo que hago en un día como hoy, lunes, habría respondido alzando una ceja y con mirada suspicaz. Habría pensado algo como de dónde iba a sacar tanta energía. Y habría creído que tal vez un día o dos a la semana podría aguantarlo, pero más… lo habría dudado mucho.

Esta vez no lamento decepcionarme a mí mismo. O sorprenderme, según se mire. Creo que todos podemos sacar toda la energía que necesitamos si hacemos algo que nos llene lo suficiente. No todo lo que hago me resulta igualmente agradable pero con el cambio de chip adecuado es factible llevarlo bien. También es más saludable mantener una actitud como la que describo. Al fin y al cabo, todo empieza por cómo encaramos las situaciones cotidianas, ¿no? Vaso medio lleno o medio vacío, etc…


Por cierto, ¡feliz lunes!

César P.

No hay comentarios :

Publicar un comentario