3 de noviembre de 2014

Halloween 2.0

Por primera vez en mi vida, y cuando llevo encima medio cuarto de siglo, me disfracé para salir a liarla en Halloween. La sensación de asustar a gente me tomó un poco por sorpresa, puesto que no todos los días me despierto con aspecto de enfermero zombie. Llevaba mala cara, me dijeron unos, estaba de muerte, me dijeron otros. El balance de la noche, a pesar de que no fue el Halloween más animado de mi vida: repito.

Conozco a cierta persona que me confesaba tener miedo en Halloween cuando era niña. Tanto así que no salía esa noche porque no quería asustarse. ¡Qué exagerada! – pensé. Pero pronto vi que no era la única persona en esta ciudad que parecía temer a los que llevan mala cara. Al poco de salir de casa la otra noche, una niña me miró con ojos abiertos como platos y no me quitó ojo de encima por si las moscas. Por suerte para la pequeña, los cerebros infantiles no están en mi menú por el momento.

Ya en el metro, y unas risas después, la gente se alejaba de nosotros (un par de zombies) sin mucho miramiento. Esto resultó muy gracioso, sobre todo cuando alguna señora asustadiza aceleraba el paso para alejarse de nuestra trayectoria. ¡Y eso que todos saben que es un disfraz! Resulta divertido ver la reacción de la gente ante tu demacrado aspecto, es una experiencia que recomiendo altamente y, en especial, a quienes sean de risa fácil como yo.

Esa noche hubo de todo. Desde los currados disfraces que no te dejan indiferente hasta las pijadas kukis como pintarse tan solo una nariz de gato. Uno de los mejores disfraces que pude ver fue el de un chaval que iba como quemado por un lado de la cara y la mano del mismo lado. Su otra mitad estaba intacta, te la jugaba al verlo de perfil. También vi a un señor que iba mitad zombie y mitad normal, al más estilo dos caras del malo de Barman.

Las típicas gatitas de marcador y las diablesas no podían faltar. Este año también se podía ver a algún que otro especialista en ébola con el mono amarillo fosforescente encima. Un disfraz sencillo que no estaba nada mal con la paranoia que ha surgido recientemente. Para barato, un disfraz de esqueleto que consistía en una túnica negra estilo poncho con una calavera dibujada. Los chinos siempre salen con alguna opción para quienes solo tienen 5 minutos o 5 pavos que gastarse en el disfraz. Te hacía un buen apaño.


A pesar que no ha sido la noche de Halloween más animada de mi vida, si que fue la más especial y las risas no escasearon. No puedo esperar a la próxima ocasión de disfrazarme, tal vez elija ir de banana o de botellín la próxima vez. O de banana zombie, o de banana zombie con ébola… ¿eso existe, siquiera? Marcar tendencias a veces es lo mío. Todo sea por unas risas.

César P.

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