7 de febrero de 2015

Cuando no hay ganas, no hay ganas


Los jóvenes no quieren estudiar, eso es una verdad como la vida misma que, posiblemente, siempre haya sido así a lo largo de la Historia. Sin embargo, hoy estamos tocando fondo más que nunca por una intersección se situaciones preocupantes. Por un lado, actualmente es cuando estudiar es más necesario que nunca antes, ya que hay una enorme cantidad de conocimientos que se deben asimilar para desenvolverse de forma adecuada en el mundo actual. Además, hoy en día el desinterés generalizado de la juventud es alarmante, siendo mucho más acusado que hace unas pocas décadas, en mi opinión.

Por lo menos a mí me cuesta imaginar a la gente pasando aún más olímpicamente del estudio como sucede hoy. El resultado es evidente, una gran cantidad de jóvenes no sabe ni lo básico de las asignaturas que cursa en la ESO, luego llega al Bachillerato y es entonces cuando la situación de va de las manos. No solo es falta de interés en el estudio, también es un sistema educativo nefasto y pasotismo de parte de los profesores. Nadie parece estar contento donde se encuentra, ni los alumnos en las aulas, ni los profesores en los centros educativos. Todos están hartos y pasan.

El que sale perdiendo es el alumno en formación por culpa de los errores de los adultos a cargo de su educación, siempre. Se supone que actualmente es cuando los jóvenes están más formados, sí, es posible que haya más nivel pero ¿de verdad saben más o simplemente han aprobado más exámenes y tienen más títulos? ¿Estamos confundiendo saber con saber hacer? ¿O es que la sabiduría ha pasado a medirse contando la cantidad de diplomas que podemos colgar en nuestras paredes?

Conozco a personas que tienen un nivel “avanzado” de inglés y son incapaces de mantener una conversación en condiciones. Sin embargo, el papel dice que controlan el idioma anglosajón. Es más, para dar clases en algunas academias de inglés ni siquiera evalúan tus conocimientos, vale con ir y decir que tienes un advanced. Si alguien pregunta, enseñas el diploma, contratado. Algo similar puede pasar en otros sectores aunque, tal vez, el de los idiomas es uno de los que más cabida da para farsantes y postureo del bueno.

Me sorprende ver jóvenes de bachillerato que no saben hacer una redacción en condiciones o que siguen pensándoselo antes de despejar una x para, finalmente, hacerlo mal. Conocimientos que se deben dar por dominados en la ESO siguen siendo una asignatura pendiente a lo largo de los años y repercute para la formación. Con estas carencias, o lagunas en el aprendizaje, no es de extrañar que la gente abandone carreras universitarias fuertes durante los primeros años, ya que lo ven como misión imposible.

Esta es la realidad de la educación en España, se da la patada hacia arriba, como dice un colega, al alumno para que pase de año y se le carga el muerto a otro siguiendo la regla que reza para qué molestarme yo en enseñar a este alumno si lo puede hacer otro. Extrapolando las consecuencias, el escenario más probable es que nunca aparezca alguien que se preocupe en enseñar bien y el joven en cuestión acabe sufriendo durante sus años universitarios. Eso si, negocio redondo para academias y profesores particulares. No puede haber excusa para la mediocridad, algún día hay que terminar con el ciclo de la ignorancia.

César P.

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