1 de febrero de 2015

Fin de mes


Ese momento que todos los curritos tememos siempre llega, día antes o después, pero llega seguro: fin de mes. A primeros de un mes cualquiera es cuando nos acosan los impagos del mes anterior, si los hubiere, o sencillamente nuestro bolsillo sufre de una languidez crónica. No hay monedas que resuenen ni billetes que contar, no queda nada después de pagar todo lo que nos corresponde pagar religiosamente. El fantasma del fin de mes es una constante para trabajadores por cuenta propia que no dependen de nada salvo de sí mismos para mantener las cuentas lejos del rojo.

Fin de mes es tan odiado como deseado. Hay una relación amor-odio inexorable cuando se cambia de mes, y se debe a un factor psicológico en cierta parte. La tan cansina cuesta de enero queda atrás ya porque estamos en febrero, ¡nos hemos librado! Es todo psicología, ya que lo que importa es el dinero en el bolsillo y no el día del año en el que estemos. Para quienes cobran a fin de mes, estos días son tranquilos, puesto que tienen el sueldo en la cuenta y aún va a durar unos días. Otro cantar es el que tienen aquellos que no cobran un suelo, es decir, cuyo ingreso es por servicios prestados.

Para quien no tiene trabajo, fin de mes pasa desapercibido. Qué más dará empezar un nuevo mes o no, los días son insulsos y pasan de largo sin dejar ninguna nueva. Todos los días son iguales para quien se abandona a los brazos de la mediocridad o el aburrimiento. También están, obviamente, quienes no tienen más remedio, quienes no pueden encontrar un trabajo, las víctimas auténticas de la crisis actual. Oh, perdón, que ya no hay crisis, hablemos de pequeña recesión transitoria con indicios de lenta desaceleración de la desaceleración económica. Sí, va a ser eso.

Pues bien, fin de mes, comienzos de otra duodécima parte del año. Este 2015 avanza sin parar trayendo dicha a algunos y poco menos que desdicha a muchos otros. Podemos dice que sí, podremos, que es hora de un cambio. El resto dice poco, que si alguna reforma por aquí, como el reciente combo 3+2, la posibilidad de impartir grados de 3 años y maestrías de 2 años, justo después, una reforma muy necesaria para beneficiar al bolsillo de quienes parten el pastel educativo.

Y, mientras tanto, fin de mes sigue siendo fin de mes.

César P.

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