Anoche
fue Nochebuena y parecía más Nochemuerta. No había ni un alma por
las calles ni coches – casi – por la carretera. El ambiente
navideño se vive por dentro, según parece. Me llama la atención
porque en Perú, de donde vengo, el ambiente es festivo en las calles
e incluso los vecinos hacen su recorrido por la calle para saludar a
todos dando las felicitaciones por Navidad en persona. Además, hay
gente que está en sus puertas saludando, hay fuegos artificiales y,
en general, otro rollo. Por eso, aquí me parece un poco demasiado
apagado el ambiente que se vive. Es como la noche y el día.
Entiendo
que con el frío no den ganas de salir a la calle pero la completa
ausencia de personas me sobrecoge. Estoy acostumbrado a algo muy
distinto. El único calor navideño es el que proviene de mi familia
y novia; y de mi niño aún en gestación. Bueno, estas fechas son
para pasarlas en familia pero un poco de cariño de la gente no
vendría mal, un poco de espíritu navideño del que se habla en las
películas estadounidenses, ¿sabéis? Pero será que las elecciones
han apagado el ambiente en el país. ¡Que tampoco ha sido para
tanto! Igual os lo tomáis demasiado a pecho esto del reparto
multicolor de los poderes políticos en el mapa español.
En
fin, creo que debemos sacar lo bueno de dentro de nosotros en estas
fechas, saludar a la gente e intentar incentivar el buen rollito. Hay
que disfrutar de las ocasiones de felicidad, ya vivimos bastante
puteados en general como para estar amargados también a final de
año. No es que estas fechas tengan en sí algo especial para que
estemos de fiesta pero históricamente ha resultado así y es lo que
hay. Resulta curioso analizar cómo ha cambiado mi apreciación de
estas festividades. Cuando era pequeño, me encantaba la Navidad por
los regalos y todo el ambiente. Además, el chocolate y el panetón
típicos de estas fechas en Perú hacían de la temporada una
delicia.
Mucho
después, como durante un lustro y hasta hace poco, perdí el interés
por celebrar estas fechas. Si bien seguí estando con la familia
siempre que pude, como que perdí el interés. Pero algo se ha
reajustado dentro de mí recientemente, será mi corazoncito de
futuro padre que empieza a apreciar los momentos en familia de nuevo.
Pero esta vez como adulto, que viejo me siento al pensar en ello.
Para colmo, mi cumple está al caer. Empiezo a recordar por qué me
gustaban tanto estas fechas de niño.
César P.
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