Tamara y yo volvimos un par de días después de la primera
visita a este hospital, a urgencias de maternidad, esta vez a una revisión
solicitada por el personal de urgencias para que comprobasen el estado del
líquido amniótico. Un par de días antes, como podrás leer en las 5 entradas al
respecto, nos habían “diagnosticado” oligohidramnios – poca cantidad de agua en
la bolsa amniótica. El día siguiente a aquella noche infernal, fuimos al Severo
Ochoa a urgencias y la atención fue ideal. Allí, le explicaron a Tamy que
aunque tenía el líquido por debajo de la cantidad normal no era como para
preocuparse aunque estaría en más observación por si acaso. Atención intachable
por segunda vez en este hospital de Leganés, ya habíamos ido con anterioridad
por las dichosas infecciones.
Era el viernes negro aquel día porque negro me puse por la
atención en “La Paz”, otra vez. Aunque íbamos alertas después de lo que pasó en
Urgencias, fui optimista. Esta vez era una consulta con horario, seguro que no
nos atendían tan mal. Pues no, la cosa fue de mal en peor desde el principio.
Aparqué en zona azul porque no había huecos en las proximidades del hospital.
Recuerdo que nos quedamos 10 minutos en el coche aproximadamente hasta que el
reloj marcó un cuarto de hora antes de la cita médica. Daba tiempo de sobra a
subir una calle y encontrar el sitio.
Mal plan, la intención era buena pero la atención no.
Llegamos allí con facilidad, incluso me dio tiempo a pillar un café en la
máquina – lo cual se agradece a las 10 am después de dos días durmiendo mal – y
resultó que antes de ir a consulta debíamos pasar por la enfermera. Esperamos
un poco en una improvisada mini-salita de espera con cuatro sillas. Dos
asientos estaban ocupados por médicos del hospital por algún motivo que no se
inmutaron ante la presencia de una embarazada con molestias, ni empatía
femenina ni simpatía por el ser humano. Tamara tuvo que estar de pie un rato,
luego nos hicimos con un asiento.
La enfermera llamó y nos atendieron con cierta agilidad. Por
algún motivo, había un médico pululando la enfermería y se nos coló para
preguntar algo. Fuimos a la sala de espera de nuestra consulta, ya era y media –
la cita era a las 10:15 am. Supuse que nos llamarían rápido. Solo os diré que salimos
de allí dos horas después. Sí, 120 minutos de espera en aquella sala frente a
dos consultas que tenían menos actividad que un colegio en pleno Agosto en fin
de semana y fiesta nacional – si es que pueden coincidir tantas cosas.
César P.
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