Maldije mi suerte muchas veces aquel día porque había
aparcado en zona azul y tenía que estar al loro del parquímetro. Cuando llegamos,
puse 40 minutos o tal vez 45 minutos, pensé que me sobraría tiempo y no quería
exagerar con ese asunto. Si nos hubiesen atendido en media hora desde la hora
de la cita, éxito. El si condicional es la palabra clave en la oración
anterior. Para cuando llegamos a la sala de espera de la consulta, ya tenía que
echar más dinero en el parquímetro. Por suerte, tengo dos apps para estos
asuntos (E-park y Telpark) y van muy bien la mayor parte del tiempo.
Pues nada, a esperar. Cuando llegamos a esa sala, había
cinco personas, una pareja y la abuela a un lado y madre e hija al otro. Nos
sentamos en el segmento medio de lo que sería una línea de asientos en forma de
U, casi en frente de la puerta por la que debían llamarnos a consulta. No salió
ni entró nadie en un buen rato. De
pronto, llegaron más personas y una enfermera empezó a llamar a gente para las
dos consultas. Resulta que teníamos solo a la pareja delante de nosotros. Ya
íbamos con media hora de retraso como poco.
Recargué el parquímetro cada media hora aproximadamente para
no pasarme demasiado con este gasto. Creo que un par de veces eché incluso para
quince minutos, tenía fe. La zona tiene un máximo de 4 horas, como tuviese que
salir a mover el coche encima… eso habría sido demasiado. Tuve fe.
Después de una hora de espera o así, la pareja entró.
Estaban visiblemente enfadados por la interminable espera en la sala. Después
de un buen rato, ellos salieron y pasamos nosotros. Perdí la cuenta del tiempo
en aquel momento. En la consulta, había un médico y un aprendiz, ambas mujeres.
La chica en prácticas no dijo ni mu, solo miraba. La ginecóloga nos increpó por
venir a consulta, dijo que no debíamos estar allí – a pesar de que ella tiene
que atender pacientes vayamos nosotros o no, sigo sin ver lógica en estas
quejas – que no era para tanto y afirmó que todo estaba perfecto.
Por un momento nos lo creímos pero claro, con el servicio de
allí como para fiarse. Teníamos el presentimiento de que el diagnóstico del
Severo Ochoa era más fiable y, en efecto, semana y media después en la revisión
de control habitual en el Centro de Especialidades de García Noblejas nos
repitieron el mismo diagnóstico que en el Severo Ochoa. Dos a uno, claramente
hay dos sitios en los que hacen bien su trabajo y uno en el que no por partida
doble (urgencias y consulta).
Solo como observación, si nosotros teníamos hora a las 10:15
am aquel viernes, la pareja debía tener consulta a las 10:10 o en algún momento
después de las 10:00 am. ¿Por qué importa esto? Porque cuando estuve esperando
a Tamy fuera de enfermería, pude observar que no había nadie en la consulta en
la que luego nos atendieron, entre las 10:00 y las 10:05 como mucho. O sea, no
solo nos dieron un diagnóstico desencaminado a la ligera sino que era
ginecóloga no empezó a trabajar cuando debía.
¿A alguien más le parece que este sistema de funcionarios
falla?
Se mascaba el enfado en el aire cuando salimos de la
consulta y el número de personas se había triplicado. Empezaba a estar lleno de
gente ese sitio y eso que había espacio. Una vez más, tuve la agridulce
sensación de ser afortunado con una atención de mala calidad –
predominantemente borde – dos horas después de cuando me correspondía. Gasté lo
de algunos cafés aquel día en parking, maldita zona azul.
César P.
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