2 de marzo de 2013

¿Quién entiende a los alemanes? (I)

Actualmente vemos un boom en el estudio de idiomas y entre ellos destacan el inglés y el alemán. El primero por ser la moneda de cambio a la hora de comunicarnos con un extranjero y el segundo por las oportunidades de trabajo que ofrece Alemania ahora mismo. Dichas oportunidades no siempre hacen justicia a los candidatos que migran al país germano pero mejor es tener algún trabajo que no tener ninguno, sin exagerar, claro está. 

Hay muchas razones por las cuales el alemán se presenta, y con motivo, como el idioma infernalmente difícil que es. No en vano se encuentra en el podio de los idiomas más complicados de aprender, junto con el chino o el japonés, siempre refiriéndonos al punto de vista occidental. 

A pesar de ello, no quiero dar una mala impresión de este idioma. Antes, lo contrario, pues desde mi limitado conocimiento actual sobre el alemán veo a la vez un reto y una gran riqueza en la forma de funcionamiento de este idioma, sus estructuras y la semántica de sus palabras. 

Hay cosas que en español suceden que en otros idiomas no son para nada el caso. En español pocas veces es de uso habitual más de una palabra para designar algo, sin tener en cuenta variaciones del vocabulario por dialectos, localismos, etc. Si es que existe más de una palabra para designar ese algo. Es decir, tenemos una palabra para cada cosa o concepto, más o menos. Los sinónimos existen pero casi siempre tienen distintas connotaciones. 

Sin embargo, nuestros amigos germanos ven en eso de tener más de una palabra para denominar lo que sea de lo que quieran hablar el pan de cada día. Ejemplos de ello son las palabras que existen para nombrar una salida o entrada: Eingang y Ausgang, respectivamente. Pero estas dos las veríamos si vamos en el metro o entramos a un edificio andando (en condiciones normales). 

Por otra parte, en las carreteras veremos Einfarht y Ausfahrt, para una entrada o salida, respectivamente. ¿Por qué? Porque no esperan que vayas a pie en una carretera sino en coche o, más precisamente, conduciendo. Pero dejemos esto de lado un momento, el caso es que hay más de una palabra para denominar las salidas y entradas. 

Solo para dejar claro este punto voy a aportar otro ejemplo con le que me topé hace poco tiempo, la palabra muerte. O, mejor dicho, el concepto de la misma. Hay más de una palabra para la muerte, entre ellas Tod y Sterben. La explicación de las diferencias de significado y connotación podrían dar para un artículo corto, al menos. Estos ejemplos, y muchos otros, nos muestran la riqueza semántica que hay en alemán pues cuando dices algo te refieres a algo específico y no otra cosa. 

Queda claro que hay palabras que aportan más información de lo que esperaríamos. Como las mencionadas entradas y salidas, lo que nos lleva a las famosas palabras compuestas del alemán. En español tenemos palabras que surgen de juntar otras y casi siempre el significado está relacionado. Ejemplo de ello son telaraña, bocacalle, abrelatas, etc. Es un mecanismo útil y sencillo de crear nuevas palabras. Conocido de toda la vida. 

En alemán tenemos también el mecanismo de componer palabras. Recordaremos haber visto alguna vez alguna palabra muy larga del alemán. Y es que la composición es muy habitual en este idioma, más que en el español. 

Un ejemplo sencillo es la palabra huerta: Gemüsegarten. Por un lado Gemüse es verdura y por otro Garten es jardín, por lo que queda claro el significado, huerta. Es perfectamente normal que en otro idioma haya palabras compuestas para palabras que en español no son compuestas pero esta diferencia puede resultar graciosa en ocasiones. 

Un ejemplo de esto es la palabra Ohrmuschel, siendo Ohr oído y Muschel concha. En efecto, se refiere a la oreja, u oído-concha para los alemanes. Objetivismo ante todo. Así, vemos que una de las dificultades de aprender este idioma radica en la necesaria memorización de muchas palabras y cuando usar unas y no otras – aunque para nosotros puedan significar lo mismo. 

Además, la formación de palabras compuestas nos sorprende con casos que pueden ser de lo más inesperados y no siempre fáciles de deducir. Concluimos, pues, que para alcanzar un vocabulario básico de alemán debemos dedicar tiempo a la memorización de buen número de palabras.

César P.

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