Por ridículas que se vuelvan ante el mínimo
cuestionamiento, las fronteras entre países tienen una preeminencia
preocupante, exaltada hasta el absurdo. No sólo existen: son reivindicadas como
una especie de derecho inalienable de los Estados. Una muestra clarísima y
cotidiana de cómo se tratan las fronteras la tenemos siempre en nuestros
diarios en todo título que incluya las palabras “Israel”, “Palestina” o “Gaza”.
Debemos reconocer que el caso de Israel es especial porque su reconocimiento
reciente como estado en una zona por sí misma caldeada todavía genera
resistencias, pero lejos está ese conflicto de fronteras de ser un caso
aislado.
El 23 de marzo se conmemora en Bolivia el
“Día del Mar”. Curioso que el único país sin salida al mar de América
-Paraguay, el otro perjudicado por la historia tiene salida al Atlántico vía el
río Paraná- tenga el día del mar en su agenda pública. Sucede que Bolivia tuvo
salida al mar hasta perderla a favor de Chile después de la acertadamente
llamada Guerra del Pacífico, en 1879. En 1903 un tratado de paz firmado entre
los dos países dirimió la contienda. En este, Bolivia renunciaba a la provincia
de Calama y con ella a su salida al Océano Pacífico. El precio de las guerras,
la historia nos enseña, suele ser muy alto.
El ministro del Interior de Chile, Andrés
Chadwick, en una respuesta pensada con anticipación de varios años, dijo “Pueden
celebrar lo que quieran, incluso lo que no tienen”. Las relaciones exteriores
de Chile, queda sugerido, lejos están de ser fraternales con Bolivia desde
entonces. Pero la realidad es que Chile tiene poca conexión con sus vecinos de
la región. Si se revisa la historia del país andino, aparecen varios hitos en
los que sale a la luz una convivencia difícil con sus vecinos directos. Si bien
sólo con Bolivia llegó a un enfrentamiento armado, tanto con Perú como
Argentina, sus otros dos países limítrofes, estuvo cerca de llegar a la vía
armada. Chile es un país muy celoso de lo que le ha tocado en suerte. Un país
fácil de humanizar, esto es, de pensar como una persona: no es prepotente, pero
sí inflexible, de malos modos, y bastante
obsecuente. Por esta razón sigue siendo el camarada de los Estados Unidos en
América del Sur.
Chile es gobernada actualmente por
Sebastián Piñera, ex propietario de la aerolínea LAN como posesión destacada
entre otras muchas aparentemente rentables como las que más, las cuales reunidas
elevan su riqueza a los 2500 millones dólares, un número que desnuda su perfil
de gestión. Se supo esta semana que Michelle Bachelet, la ex presidenta
chilena, asignada a un cargo poco operativo en la ONU regresó al país pensando
en una reelección bastante probable, por lo que a Piñera le queda (y no
pretende) más que aguantar el timón en el rumbo que ha mantenido estos últimos
años. Su relación con Evo Morales es la que corresponde al gran contraste que
existe entre ambos: un líder social con legitimidad masiva y respaldo popular
cuestionando las decisiones de un empresario en la presidencia ha dicho que
“Piñera ve su pueblo como un negocio” y que con él es imposible dialogar.
Sin embargo, reticente como se muestra a
todo diálogo, Piñera tendrá que abrir el sobre en el que se le comunique a
Chile que Bolivia ha presentado frente a la Corte Internacional de Justicia de
La Haya (CIJ) una demanda para obtener una salida soberana al mar. Las
conmemoraciones del 23 de marzo tendrán por fin un correlato ante un organismo
que tendrá la oportunidad histórica de resolver lo que se ha decidido con la
vida de varios hombres. Tendremos noticias pronto.
Tolxoko.
Para que sea serio lo que Ud afirma. es preciso que primero se informe :a la Guerra del Pacífico fue de Chile contra la Confederación Perú Boliviana, y tras ella el Perú debió entregar a Chile las ciudadezs de Tacna y Arica, y Bolivia, para pagar los costos de la misma, la costa del Pacífico ( Que nunca colonizó ni uso)
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