20 de junio de 2013

Cómicos que se meten a políticos.

Hoy por casualidad estaba viendo en La Sexta un pseudodebate en un programa llamada Al Rojo Vivo. Uno de los invitados era El Gran Wyomming, alguien a quien considero un gran profesional del mundo del espectáculo y muy buen humorista, pero de ninguna manera periodista, político o economista de prestigio. Su presencia en ese programa y los twitter que he leído aplaudiendo todo lo que decía, me hacen pensar que hay más gente de la que creía que considera su programa El Intermedio como un verdadero informativo.

Cuando se pretende hacer un debate serio, hay que invitar a tertulianos serios, que aporte información y apoyen sus intervenciones con argumentos y datos reales y de peso. Lo que hoy he visto en Al Rojo Vivo es uno de los motivos por los que hace tiempo que dejé de discutir con la gente que se define como "de izquierdas": siempre tienen razón. Y es que en una discusión, cuando alguien dice cosas sin sentido o se inventa datos, es muy difícil rebatirle. Si alguien te dice "Wert es imbécil", "al FMI no le importamos nada" o "quieren privatizar la Sanidad", evidentemente está diciendo frases muy claras, desde el punto de vista de que cualquiera las puede entender, pero totalmente vacías de contenido y por supuesto sin ningún fundamento. Eso no se llama debatir, eso de toda la vida se ha llamado "despotricar".

No es Wyomming el único humorista que se ha metido en política, desde hace un tiempo también Pablo Motos hace unos monólogos donde cada vez mete más "gracietas" con trasfondo político. De Jordi Évole, ya hablé bastante en su día, otro humorista al que muchos llaman periodista, sin comentarios.

Todo esto me recuerda a los tiempos en que Alfonso Guerra estaba en primera línea de política; podría decirse que fue el precursor de los hoy tan de moda monólogos. Lo triste es que tenía muchos fanáticos seguidores por ser un tipo gracioso. 

Desde luego, si por algunos fuera, nos gobernarían Los Morancos.

Rubén.

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