5 de enero de 2014

Los partidos limitan la libertad de expresión

Así es, por irónico que sea que los partidos que defienden la democracia a capa y espada de cara al público operen en modo de dictadura por dentro, esta es la realidad que tenemos. Al parecer, a la hora de votar o decidir, los líderes de los partidos políticos esperan que todos sus militantes sigan unánimemente cada uno de sus dictámenes. Y lo que es peor, censuran a quien declare algo en contra de lo que es el paradigma del partido.

Sin embargo, todos sabemos cómo funciona la mecánica de pertenecer a un partido político. Uno puede ser de un partido pero no estar de acuerdo con todo lo que se acepte como bueno en este partido. Cada uno de los militantes tiene sus propias ideas, y esto no cambia cuando uno asciende dentro del partido. Pero, parece ser que la expresión libre de ideas no es algo que los dirigentes promulguen, ni promuevan, ni acepten. Lo castigan y ocultan en las sombras para que las personas no oigan cosas que no deben.

Por poner un ejemplo reciente, hace unos días el segundo al mano de la organización juvenil del PP, Nuevas Generaciones, y diputado en el parlamento gallego, Javier Dorado, osó cuestionar el anteproyecto de la ley del aborto y fue – debidamente – desautorizado. Es decir, no se permite que este señor muestre su opinión abiertamente. Sí, es verdad que no hubo una declaración oficial de la organización a este respecto, pero recordemos que un individuo puede hablar por sí mismo cuando le apetezca.

Y no hablamos siquiera de una opinión diametralmente opuesta ni en contra del anteproyecto en sí. Lo único que Dorado mencionó es que no deberían complicarse las cosas más y dio a entender que debería darse más margen a las parejas en el caso de malformación del feto. A pesar de ello, NNGG – Nuevas Generaciones – se apresuró a dejar claro que es la opinión de un afiliado pero no la del partido. Creo que todos sabemos la diferencia entre una declaración particular y una oficial, que además no corresponde a Dorado salvo circunstancias especiales.

Podría enumerar casos de situaciones parecidas pero no creo que una lista nos ayude a llegar a una conclusión más deprisa. Lo que sucede en España es algo muy lamentable y es que de cara al público se defiende la democracia y la libertad de expresión pero por dentro los partidos se rigen con mano de hierro. De esto son evidencia las votaciones en los parlamentos y el congreso, en las cuales se espera de los miembros de un partido la unanimidad.

No sabía que formar parte de un partido implicase vender el alma y sustituirla por lo que el dirigente diga pero este parece el caso. En vez de tener X miembros trabajando por una causa común, creo que el interés de algunos dirigentes es tener X votos en una asamblea para, mediante ello, conseguir y asegurar objetivos. Y este es el problema – la mentira – de los partidos políticos; sistemas que olvidan una verdad muy básica sobre el individuo, a saber: que no hay dos personas que piensen lo mismo, en absoluto, sobre una cuestión determinada.


Y, ya de paso, por eso me parece inaceptable que haya – hoy en día – leyes altamente restrictivas.

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