Las personas nos
diferenciamos del resto de seres vivos por nuestra autoconsciencia.
Aquello que nos permite entender mejor el mundo también es un
inconveniente, ya que somos los únicos seres vivos del planeta que
podemos estar anclados en el pasado o en el futuro. Pensar en el
pasado suele conllevar remordimiento y pensar en el futuro por lo
general trae preocupación. Si haces cualquiera de estas dos cosas,
lo más seguro es que no puedas disfrutar de la vida sino que la
estés dejando pasar sin que te proporcione felicidad.
Entonces, ¿cómo
dejar de lado esos malos hábitos que nos quitan momentos de
felicidad? Por experiencia, debo confesar que no es tarea fácil.
Todos hemos tenido etapas de nuestra vida en la que el remordimiento
por algún error nos ha consumido por dentro y también,
posiblemente, habremos vivido periodos dominados por la preocupación
por el mañana. ¡No debí hacer eso!, ¡tengo que ahorrar para el
futuro! ¿Te suena? Son las frases que nos aprisionan a los tiempos
que no son el presente.
Desde chico me han
gustado siempre los perros. Siempre parecen muy felices y no es por
casualidad. Los perros no experimentan el tiempo de la misma forma en
la que lo hacemos nosotros, no se angustian por tener algo en el
banco para mañana ni porque hicieran sus necesidades en un sitio
prohibido. No se flagelan por haber mordido tus zapatillas ni se
castigan a sí mismos por comerse todas las galletas hoy y no dejar
ninguna para la próxima semana. Viven el presente la mayor parte del
tiempo, algo que nosotros parecemos no hacer tan a menudo.
Sin embargo, no
todo está perdido. Las personas también podemos disfrutar de cada
momento presente sin que nada nos lo impida: el truco está en tener
el estado mental adecuado. Si no estamos dispuestos a pasarlo bien
mentalmente, aunque las condiciones sean favorables encontraremos la
forma de boicotearlo todo para acabar pasándolo mal. En realidad,
todos sabemos que no se puede cambiar el pasado pero aún así en
ocasiones nos come el remordimiento por algo que pudimos hacer mejor,
algo que no hicimos o cualquier cosa que podríamos haber hecho de
otra forma.
¡Por mucho que lo
pensemos el pasado no va a cambiar! Tal vez puedas pensar que si
piensas en el futuro sí lo modifiques. Así conseguirás ahorrar
para el día de mañana y todo te saldrá como imaginas. En realidad,
es casi igual de falso que pensar en el pasado. Si dedicas mucho
tiempo a castigarte por no ser un buen ahorrador (o la preocupación
de turno), estarás dejando de hacer lo que de verdad deberías
hacer, serás menos eficiente y, lo más importante de todo, estarás
condenándote a la infelicidad. ¿Vale la pena?
Lo más razonable
es adoptar una postura intermedia en ambos casos, ya que tampoco se
trata de pasar del tema por completo para vivir una felicidad
utópica. Pero exagerar no ayuda, arrepentirse no ayuda y
preocuparse, tampoco. Es mejor disfrutar del presente en la medida de
lo posible y aprender del pasado para evitar algunos nuevos errores.
¡Tampoco podrás evitar cometer errores!
César P.
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