¿En qué mundo vivimos en
el cuál los adolescentes se suicidan porque se les acosa en el centro de
estudios? ¿Qué tipo de sociedad ampara el abuso escolar sin tomar medidas
drásticas e inmediatas para paliar el daño psicológico que sufren estos menores?
¿Cómo se siente un padre que se queda sin hijo/a debido a que algunos críos
de mierda le han hecho la vida imposible durante años?
Estas y otras preguntas
son las que me he hecho después de enterarme del caso de la joven de 16 años
que se ha lanzado de un sexto piso porque, como dijo a sus amigos, estaba
cansada de vivir. Había denuncias pero las autoridades están siempre muchos pasos
por detrás en casos que requieren una actuación inmediata y urgente para cortar
el problema de raíz. Se trataba, además, de una menor discapacitada que asistía
a clases en un centro adaptado para personas con discapacidad.
Como ella, había muchos
alumnos que necesitaban ayuda en dicho centro pero un solo orientador para “atenderlos”
a todos. Sin embargo, ella necesitaba más ayuda, estaba entrando en un camino
del cual no se vuelve: tomando la decisión de suicidarse. No solo estaba el
centro desbordado por la cantidad de alumnos en relación a orientadores y otros
profesionales sino que se actuó con lentitud extrema tras la denuncia. No se
hizo nada a tiempo y el resultado ha sido ese: una persona menos en este mundo.
Ahora, las autoridades
(Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid) afirman no tener constancia
de la denuncia pero los educadores del centro de esta menor dicen lo contrario.
Además, los padres acudieron en su momento a poner una denuncia. ¿Se lavan las
manos una vez ha quedado claro que no hicieron nada por esta chica? Algo tan
simple como un cambio de centro podría haber acabado con la situación de
hostigamiento, aunque lo que realmente necesitaba esta adolescente era ayuda
personalizada.
Este tipo de situaciones
hacen que uno se replantee si merece la pena tener descendencia en este mundo,
tal y como va todo. ¿Qué será de mí si por culpa del imbécil de turno acabo
quedándome sin hijo/a? El riesgo está ahí y no va a desaparecer. Solo queda
confiar en las capacidades personales para detectar lo que sucede a tiempo, ese
sexto sentido que adquieres cuando tienes un hijo. Lo que indigna es que no se
tomen medidas efectivas en este tipo de situaciones, ya que cualquier cosa que
hagan ahora – que será nada probablemente- da igual, nadie va a traer de vuelta
a esa pobre adolescente.
César P.
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