16 de marzo de 2013

Economía sumergida.


               La economía sumergida, también conocida como dinero negro, es una lacra que afecta a toda la sociedad a todos los niveles. Se conoce así, al tipo de actividad económica que no consta en ninguna parte y claro está, no paga el IVA.

            Este tipo de economía al no constar en ninguna parte repercute en un primer momento sobre la persona que defrauda. Tiene un dinero que no puede ingresar, ni declarar en su beneficio (Seguridad Social), pero realiza un servicio más barato y posiblemente le repercuta en una mayor demanda de trabajo (si es autónomo). La otra parte, repercute en el resto de la sociedad: gente que no paga los impuestos que debería recibe ayudas que en realidad no le corresponderían, dejando sin ayuda/beca a alguien que realmente lo necesita. Además, por ejemplo, a la hora de jubilarse la pensión se estipulará por el tiempo que conste en los archivos de la Seguridad Social, sin que refleje lo que realmente trabajó en su momento.

            Mucha gente no tiene otra opción que trabajar de este modo, debido al panorama actual en el que nos encontramos. El problema se vuelve más serio de lo que ya es, cuando los que participan en la economía sumergida son grandes empresas o políticos. Y en lugar de que las cifras que mueve el dinero negro sea el de las “chapuzas” extras que puede hacer un fontanero (por poner un ejemplo cualquiera), lo que se mueva sean cifras astronómicas.

            Los impuestos que se dejan de pagar, al realizar este tipo de actividad, es algo que repercute en toda la sociedad. Si se hace un cómputo total de estas acciones el Estado deja de percibir una gran inyección económica que podría destinarse a servicios sociales, educación o sanidad. Nuestra cultura actual, la picaresca típica española, hace que no veamos (por lo general) nada malo en conseguir defraudar algo al fisco.

            Deberíamos trabajar desde la base y que la gente entienda la importancia de declarar todas sus actividades. Que el pago de impuestos, al fin y al cabo, repercute en nuestro estado del bienestar. Y que no pagar lo que en realidad hace es crear un perjuicio en nosotros mismos.

Entiendo que a tiempos desesperados, medidas desesperadas. Pero una vez que superemos esta crisis sería conveniente invertir efectivos en perseguir el fraude fiscal.

-Wormy-

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