11 de enero de 2015

Del “Je suis Charlie” al “Not in my name”


Resulta abrumador ver como la gente se ha echado a las calles y se ha volcado en la red a apoyar la supuesta libertad de expresión desde el atentado en la sede de Charlie Hebdo, en París. Detrás de todo esto, hay unas cuantas lecciones que deben ser aprendidas. Más vale que alguna de ellas se aprendan rápido, pues puede haber más vidas en juego en caso de no hacer los deberes.

Por un lado, el pueblo francés nos da una lección – otra vez – sobre como manifestarse por un ideal, sobre como defender las convicciones de Occidente y sobre como no dejar que unos matones envalentonados acallen a nadie. La gente ha salido de forma masiva a la calle, los manifestantes se contaban ayer por cientos de miles y hay que tener en cuenta que la manifestación oficial había sido convocada para hoy, no para ayer. Si lo mismo pasase en España cuando pisotean nuestros derechos, nadie seguiría riéndose de nosotros. Otro gallo cantaría.

En los medios y en la Internet podemos ver el “apoyo” de la gente bajo la consigna Je suis Charlie, es decir, yo soy Charlie. Pensemos en lo que significa este cartel que se han colgado muchos casi sin meditarlo, después de todo, como está en todas partes debe ser lo que toca colocar en el estado, ¿no? Craso error. Decir que uno es Charlie no es, para empezar, lo mismo que decir que se apoya la libertad de expresión. Es parecido, es cercano, parcialmente es lo mismo, sí. Pero no completamente.

Una cosa es expresarse como lo hacen los de Charlie Hebdo, que en su derecho están, y otra es defender la libertad de expresión en sí misma. Eso que brilla por su ausencia en muchas de nuestras publicaciones pero por lo cual nadie hace ni dice nada a menudo. Hasta que alguien muere o estalla una bomba, entonces sí que se vuelca gente a apoyar ideales, se cuelgan el cartelito y alaban a los mártires. No nos confundamos, podemos estar en contra del humor satírico contra el profeta y aún así apoyar la libertad de expresión, una cosa no quita la otra. No caigamos en hipocresías o falacias autoinventadas, o lo que es peor, manufacturadas por otras personas.

Hoy he visto unas publicaciones que me han parecido de lo más elogiable. Algunos musulmanes han publicado fotos en las que aparecen con un cartel que dice: not in my name, o sea, no en mi nombre, mostrando su rechazo al asesinato de los dibujantes de Charlie Hebdo y la amenaza a cualquier otra persona en Occidente. Como dice el viejo dicho, una imagen puede hablar más que mil palabras. Este acto de desvinculación demuestra que es tan solo una minoría de locos los que se dedican a ejercer la innoble profesión de terrorista contra los infieles cristianos.

En realidad, resulta obvio pero se suele dejar en el olvido que la mayoría de los musulmanes viven vidas tan pacíficas como las nuestras. Por unas pocas ovejas descarriadas pagan los inocentes, esta es la razón de tanta desconfianza pero en el fondo la causa es la de siempre cuando hay prejuicios de por medio: la ignorancia. Seamos o no Charlie, hay que elogiar y divulgar la iniciativa not in my name para que más personas sean conscientes de la realidad.

No creo que atizar con una vara a la bestia sea la solución, ya que luego no ha lugar a quejas cuando nos caiga otra coz. Ninguno de los dos comportamientos es justificable. El primero por ser una elección entre muchas posibles y el segundo porque la violencia gratuita es de cavernícolas. Una vez más, la única solución al problema es la educación, la de ellos y la nuestra, la de todos.

César P.

No hay comentarios :

Publicar un comentario