21 de enero de 2015

Mándame un Whatsapp


Internet ha cambiado radicalmente nuestra perspectiva de la comunicación. Antes se enviaban cartas manuscritas que debían recorrer los muchos kilómetros que separaban a remitente y destinatario durante, días, semanas e incluso meses. No es de extrañar que uno se alegrara de recibir una respuesta, ¿os imagináis? ¡Qué ilusión recibir una carta en respuesta a aquella que enviamos el año pasado!

Hoy en día, la comunicación es un acto casi instantáneo. Además, debido a la gran velocidad del proceso, tiene continuidad. Cuando solo se podía hablar mediante unas líneas cada mucho tiempo, las palabras se elegían con cuidado, mesura y meditación. Había que enviar el mensaje deseado con cierta completitud, puesto que no tendríamos oportunidad de continuar la comunicación hasta después de un tiempo prolongado.

Gracias a internet todo eso quedó en el recóndito pasado pre-electrónico. Ahora importa menos lo que se escribe, ya que si uno se equivoca, rectifica, si se queda corto, manda otro mensaje, todo tiene solución. Además, mandamos fotos y todo tipo de archivos por medio de nuestros dispositivos táctiles. Es una revolución tecnológica con la que no soñaba ni el mismo Isaac Asimov cuando escribía sus novelas futuristas orientadas muchos milenios en el futuro.

Nadie podía imaginar el mundo en el que vivimos actualmente hace unas pocas décadas. Estamos rodeados de pantallas táctiles que nos proporcionan información actualizada, internet llega incluso a los relojes y el avance es imparable. A este paso, va a costar encontrar aparatos que no estén conectados a la red www dentro de pocos años. Las tendencias actuales apuntan hacia las pantallas con tecnología oLED (con polímeros orgánicos) y curvadas. Una pasada.

Pero este avance no solo tiene ventajas sino que también acarrea serios inconvenientes. Hay quienes viven tan enganchados a las nuevas tecnologías que desarrollan dependencia y diversos desórdenes en su vida. No viven en el mundo real, ya que el ciberespacio lo es todo para este tipo de yonkis, los ciberadictos. La dependencia es una enfermedad reconocida por la OMS que cada vez se extiende más en los países del primer mundo.

Esto rompe con la vida social en algunas culturas, donde ya de por sí el contacto no es tan cercano como en otras. Por ello, las cifras de suicidio juvenil son tan alarmantes en algunos países. Este es el mundo en el que vivimos, donde hay que alejarse de las grandes ciudades para dejar de estar conectado a todo lo que nos rodea y volver a ser parte de la naturaleza. A medida que progresamos en tecnología, también debemos crecer en madurez y sobra decir que esto último es de lo que carecemos.

Poco o muy poco han avanzado moralmente las sociedades en las últimas décadas, aún hay conflictos de todo tipo en ciertas regiones del mundo. Al parecer, no podemos vivir en paz y cooperar por un mundo mejor todos juntos, será que es muy difícil sentarse a hablar con el prójimo o el vecino. Así las cosas, de poco servirá tanta maravilla tecnológica si no sabemos llevarnos bien, bueno, sí, puede que sirva para ver el fin del mundo en HD.

César P.

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