18 de diciembre de 2015

Vuelve a casa esta Navidad


No sé a qué viene el título. A veces creo que mi cerebro se apodera de mí y hace cosas según su propia voluntad. Espera un momento... no he dicho nada. Se acerca la navidad y muchas cosas buenas van a pasar para unos pocos mientras que para otros cosas menos buenas seguirán siendo el pan de cada día. La semana pasada me encontré donando un pack de leche para los niños pobres por recomendación de Cáritas. En realidad, no sabía ni qué donar, así que eso fue lo primero que se me vino a la mente. He echado en falta a esos voluntarios otros días que he ido a comprar al supermercado, ya que habría dado algo más, posiblemente.

Es una realidad que este año más niños lo pasarán mal en España. Los niveles de precariedad infantil llevan siendo preocupantes desde hace un tiempo en este país pero los políticos pasan de ello, prefieren sacarse los ojos como urracas cabreadas por la presidencia. Sin embargo, cuando llegan al ansiado trono de poder no saben qué hacer. El tonto, eso es lo que hacen de lujo siempre. Y, mientras, hay niños que pasan hambre y tienen carencias que pueden mermar para siempre su salud mental y física.

No mola nada pero es la triste realidad que no deberíamos olvidar en estas fechas. No pido a todo el mundo que salga a las calles a ayudar a todos los demás, eso es utópico. Pero sí sugiero a quienes ya tienen tendencia a hacer algo por los demás, que lo hagan. A veces un gesto desinteresado hace más por un amigo o conocido de lo que podemos llegar a creer. A mí me han ayudado cuando he estado mal de diversas formas. En ocasiones, ha sido cosa de quien menos me lo esperaba. Así es la vida que siempre te sorprende con ironía, con mucha ironía.

A pesar de todas las buenas intenciones, la mayoría pasará palabra sobre lo de la solidaridad. Es complicado. A veces, me gustaría darles dinero a algunos pero no sé si será de verdad para comida o para algún estupefaciente. No es agradable estar en esa situación aunque peor tiene que ser estar en los zapatos de quien malvive a diario. ¿Deberíamos sentirnos culpables por vivir bien los que tenemos una vida cómoda? No lo creo. La vida es injusta por definición. Eso es inevitable y aunque podamos – algún día – hacer que todos disfruten de una calidad de vida, seguirán habiendo desigualdades insalvables siempre. 


C'est la vie (de merde).

Lo pienses como lo pienses, que haya niños sufriendo tan cerca me revuelve las entrañas. Será que ahora estoy más sensible con los problemas infantiles, será el tiempo. Todos podemos aportar un grano de arena para minimizar la precariedad infantil. A por ello.


César P

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