26 de octubre de 2013

La inmigración en la UE es problema de todos los países miembros

Por mucho que algunos de los países miembros de la Unión Europea quieran mirar para otro lado sobre un asunto que no les afecta en la misma medida que a otro países la inmigración es un problema de todos los miembros de la Comunidad Europea. Es cierto que llegan inmigrantes a las costas de España, Italia y Malta pero no a, digamos, Noruega. Sin embargo, las medidas a tomar sobre inmigración deben de valorarse entre todos los países miembros.

La inmigración es un problema que lleva décadas afectando a los países sureños de Europa en mayor medida que a todos los demás. La principal oleada de inmigrantes que intentan encontrar un lugar en Europa proviene del norte de África debido a la escasa distancia que el Mediterráneo separa las costas europeas de las africanas en algunos puntos. Este es uno de esos problemas a los que se le han puesto innumerables parches pero poco se ha hecho para cambiar la causa del mismo.

Las personas que arriesgan sus vidas para llegar a Europa en busca de un porvenir económico mejor para sí mismos y para sus familias no lo hacen por diversión ni porque quieran llenar de personas algunos de los países de Europa, lo hacen por necesidad. Necesidad de tener una vida decente y sin carencias, necesidad de algo mejor para llevarse a la boca cada día y necesidad de mantener a sus hijos y familiares, etc.

¿Cuál ha sido la respuesta de la UE frente a las interminables oleadas de inmigrantes que llegan desde África en pateras y por otros medios ilegales? Se han aumentado los controles marítimos, se han puesto vallas más grandes y reforzadas en ciudades como Ceuta o Melilla, se han expulsado a familias enteras de países como Francia, etc. Es decir, se ha intentado echar de Europa a las personas que han llegado ilegalmente, por una parte, y por otra se han hecho mucho para evitar que lleguen más personas reforzando las fronteras.

¿Es esto la solución al problema? Ya vemos que no, pues siguen llegando personas en igual o mayor medida cada semana. Y de vez en cuando saltan en los medios noticias de un naufragio de alguna de las destartaladas pateras que usan los inmigrantes para llegar a España o Italia cifrando las víctimas mortales en decenas. A veces mueren mujeres embarazadas, niños, mayores, etc, etc, etc.

Parece mentira que en el siglo XXI aún hayan paredes invisibles, llamadas fronteras, que separen a quienes viven de forma decente de los que no. Y que estas paredes sean la causa de muerte de muchas de las personas que al no tener nada que perder deciden pasar al otro lado arriesgando lo único que les queda: sus vidas.

La causa de la inmigración es simple: la desigualdad. O en otras palabras, el primer mundo y el tercero. Que haya un lugar en el que las personas tengan derecho a sanidad pública – aunque cada vez más privatizada – y otro en el que no tienen ni agua potable en sus casas, por poner un ejemplo. Si se trabajase en deshacer esta desigualdad las personas no tendrían que emigrar de sus países de origen de forma tan desesperada.


Por su parte, la gran mayoría de países de la UE no se preocupa demasiado en lo que la inmigración en masa conlleva. Incluso aplazan las reformas a este respecto para mejores momentos en vez de actuar con presteza. Y yo me pregunto, si algunos viven mejor que otros, ¿por qué no es posible que los primeros vivan un poco peor para que los segundos vivan un poco mejor, y así se alcance el equilibrio? Y eso no se aplica solo entre Europa y África, sino también dentro de nuestra sociedad.

César P.

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