15 de mayo de 2015

El género post-apocalíptico ha pegado muy hondo


A menudo hago conexiones que me sorprenden un poco o, lo más habitual, sorprenden a los demás. Por eso, llevo años pensando que mi perspectiva personal no se puede considerar “estándar”. Tengo otra forma de ver el mundo, es como llevar unas gafas que cambian todo de color o de forma. También soy un fan de las películas, hace años veía varias al día y, aunque ahora ya no dispongo de tanto tiempo libre, me mantengo al día en la cartelera de forma mínima. Hoy se estrena el remake de una película que marcó época, Mad Max.

Recuerdo que la primera vez que vi el argumento de esta película me pareció exageradamente pesimista sobre el posible futuro de la humanidad. Por si alguien quiere saberlo, lo resumo a continuación pero cuidado con el spoiler. La trama va de las peleas de la gente que sobrevive a duras penas en un mundo en el que escasea el petróleo, viven en una especie de desierto creado por las guerras y las condiciones de vida son extremas. O esa es la idea, ya que supongo que el remake estará más orientado a la acción que la película original.

He notado lo que se podría considerar un nuevo género que se ha asentado muy bien en la cartelera: el post-apocalíptico. Engloba a todas las películas en las que por algún motivo el mundo se ha ido al garete (casi siempre por nuestra culpa) y las personas que quedan tienen que sacarse las castañas del fuego como puedan. Incluso hay series, como los 100, que se centran en una Tierra radiactiva después de incontables guerras nucleares pero en la que, casualmente, la vida se ha hecho parcialmente resistente a la radiación.

Es casi como si la idea de cargarnos el mundo estuviese en el aire, como si todos supiésemos tácitamente que gran parte de lo que hacemos está mal encaminado. Y es una pena, porque creo que mucha gente disfruta viendo como se podría ir todo a la ruina sin meditar de dónde sale la idea de que algo así pueda pasar. Pensémoslo un momento, hace unas décadas era “impensable” que la humanidad se extinguiese o que el mundo dejase de ser nuestro acogedor hogar. Ahora, sin embargo, ya no sorprende ver películas de este género.

Lo más triste es que cuanto podemos hacer para cambiar el rumbo del barco a la deriva es mucho más de lo que venimos haciendo. Somos capaces de cosas muy grandes pero no nos estamos molestando en exprimir todo nuestro potencial. Tal vez algún día. El problema reside en que ese “algún día” podría ser demasiado tarde. Hm, pensándolo bien, las personas casi nunca tomamos medidas preventivas antes de una tragedia.

César P.  

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