20 de octubre de 2015

¿Hablas Inglish?

De vez en cuando alguien cuestiona mis conocimientos y siempre me produce cierta incomodidad. Me lo tomo con calma, procedo a explicar mi experiencia cuando se tercia. Hay quienes son exigentes, y lo entiendo, pero también los hay quienes piden algo desmesurado sin motivo. Cuando se trata de idiomas, hay mucho chapucero que vende la moto me parece a mí. Sinceramente, lo de las academias no termina de convencerme, la gente sigue sin pillar el tranquillo al inglés tan necesitado hoy en día por diversos motivos.

Cada vez que me toca enseñar inglés, me veo ante la tesitura de cómo abordar la situación. Cada alumno es un caso particular, tiene sus carencias, sus dudas y aunque el temario suele ser el mismo cómo abordarlo es algo diferente en cada caso. Me siento mucho más cómodo enseñando física o matemáticas. Incluso me siento más cómodo enseñando química. Pero inglés… no es ya por falta de conocimiento de mi parte, es por cómo transmitir lo que sé del idioma.

Los veo tan perdido que me da pena. Y con pena no se puede enseñar. Veo a los adolescentes perder el tiempo en los institutos, los profesores se dan de baja, van por detrás en el temario, no tienen ni idea de lo que dan en clase, etc. Un rollo interminable que acaban acusando los alumnos siempre. Sobre cómo abordar un idioma, creo que al haber más variables – connotaciones y grados de libertad – a considerar aún no tengo una respuesta definitiva. ¿Tal vez sea yo quién se complica demasiado y deba optar por un enfoque minimalista?

Me gustan los detalles, sin embargo. No me conformo con decirles a los alumnos que la única forma de decir buenos días es good morning. Tal vez sea este inconformismo lo que complica mi labor y en vez de darme confianza hace de lastre en mis clases. No lo sé. Lo que sí sé es que hay alumnos muy perdidos a los que he logrado encaminar, han aprobado incluso en contra de mis pronósticos. Me siento orgulloso de esos logros pero no considero que haya encontrado mi método definitivo.


Mucho he aprendido en el último año de enseñanza regular, de largas horas de trabajo y de tanto trajín. Pero me queda todavía mucho por dominar en lo que a enseñar respecta. Un impedimento constante en mi trabajo es la falta de tiempo. Doy menos horas de clase con cada alumno en comparación de lo que dan en el insti pero a veces me cunde mucho más. Sin embargo, es imposible paliar tantas horas de déficit a la larga, tanta mala praxis en la enseñanza. La batalla es siempre desigual y solo gana el estudiante que le dedique horas.

César P.

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